Los colores del olvido
Desde mediados de la década de los veinte, cuando comenzó a gestarse el hondo movimiento de renovación intelectual, literario y artístico al que responderían editoriales como Oriente, Cénit, Ulises o ZeusAquel movimiento había sido impulsado originalmente desde dos revistas: El Estudiante (Salamanca, 1925, 12 números; Madrid, 1925-1926, 14 números) y Post-Guerra (Madrid, 1927-1928, 13 números)., el cambio se reflejó con singular claridad en las cubiertas de los libros. Se impuso una estética del diseño que trasladaba técnicas y recursos del cartel y la publicidad, como las rotulaciones, el collage o las fotografías y la combinación audaz de distintas gamas cromáticas o el efectismo de las composiciones tipográficas. Y muy pronto, algunos nombres pasarían a representar cabalmente ese diseño, invadiendo los