Ana Castillo
La literatura denominada «chicana» –y Tan lejos de Dios de Ana Castillo reivindica con orgullo esa denominación– nos coloca ante una paradoja dolorosa. Rozamos aquí una materia mítica que inflamó –«inspiró» sería una palabra demasiado débil– a Artaud y a los surrealistas; no anda muy lejos el salvajismo, que es una de las fuentes de las vanguardias artísticas en el siglo XX , detrás de Picasso, Bataille, Leiris, Burroughs. O, más cerca, de Diego Rivera, Juan Rulfo o Gabriel García Márquez (ejemplos, como se ve, dispares, y no todos esteticistas). ¿Por qué entonces una obra por la que desfilan los mitos chicanos de la Llorona, o Cihuacoatl, de Tsichtinako, de Aztlan y la Virgen de Guadalupe, de los santeros, es