Con este nuevo libro se confirma, una vez más, que José María Merino es el mejor narrador de cuentos de la literatura española actual. La glorieta de los fugitivos recoge su minificción completa hasta ahora, a saber, los microrrelatos publicados desde 2002 en dos espléndidos libros, Días imaginarios y Cuentos del libro de la noche, más un buen manojo de inéditos. Su interés, por tanto, es enorme, pues significa poder contemplar todos estos cuentos brevísimos como un conjunto variado y coherente, al igual que ocurriera en 1997, cuando se recopiló toda su narrativa breve bajo el título 50 cuentos y una fábula.
En los minicuentos queda patente la madurez del autor para profundizar en las perspectivas de su mundo literario y alcanzar los núcleos de la esencialidad expresiva. Merino sigue empeñado, por fortuna para sus lectores, en hurgar en todas las lindes de lo fantástico y lo simbólico, y en desvelar el revés de lo real. Es como si lo real se hiciera trizas y la vida cotidiana de la experiencia estallara en formas variadas de lo inexplicable e imprevisible por medio de las metamorfosis de los objetos, la presencia del doble, las apariciones y desapariciones inadvertidas, la interferencia y suplantación de la vida y la literatura, de los sueños y las ficciones metaliterarias («fue la ficción lo que inventó al ser humano», escribe).
Pero, sobre todo, Merino ha conseguido con esta fórmula tan breve desnudar a los cuentos de los accidentes y los rellenos, hasta el límite gnómico, potenciando la sorpresa y la sugerencia y dando el supremo valor a lo inesperado para conjugar el ingenio con la fábula, e incluso con el humor, como en su día hizo Juan Ramón con la poesía pura.
