Querido Errol Flynn
Pertenezco a una generación que creció jugando con espadas de plástico y pistolas de mentira. Nos fascinaban los corsarios que abordaban naves en llamas, los forajidos que asaltaban bancos, los guerrilleros que emboscaban a fuerzas infinitamente superiores, aprovechando un cañón o la espesura de un bosque. Nos gustaban las causas perdidas. Los sudistas nos parecían mucho más simpáticos que los yanquis.