1 junio, 2004
Crear PDF de este artículo. Mientras el Cervantes continúe concediéndose alternativamente un año a un español y el siguiente a un hispanoamericano (y no a un español cada cuatro o cinco hispanoamericanos, como exigirían la estadística por la calidad y la demografía por la cantidad), a mí me seguirá pareciendo bien, en principio, que los principales premios literarios del país sean copados por escritores del otro lado del charco. Con una sola condición: que sus libros merezcan los premios respectivos, lo que no suele ser el caso, con las proverbiales excepciones. Delirio se acerca mucho a la excepción, y eso ya es bastante, alabado sea el santísimo sacramento del altar. Reconozco que comencé su lectura con muchas prevenciones en contra,
Crear PDF de este artículo. No cabe duda de que la vida de un lector puede ser novelesca: lector es Alonso Quijano y lectora es la Marquesa de Merteuil, de Las amistades peligrosas, y lectora es Madame Bovary y lectores han sido, incluso, varios detectives: Sherlock Holmes, el detective preposmoderno Pepe Carvalho y el comisario Montalbano, paladín de la ética. A Alberto Manguel le gustaría crear una biblioteca en la que se reunieran todos los libros reales leídos por personajes imaginarios. Y, también, una biblioteca de libros nunca escritos, como Sobre la diferenciación entre las cenizas de distintos tabacos , publicado en la ficción por Sherlock Holmes. Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) se maneja a la perfección en las intersecciones
Crear PDF de este artículo. En una cuidada y muy correcta edición de José Carlos González Boixo, se ha publicado recientemente Recuento de invenciones, una antología de la extensa obra narrativa de Antonio Pereira. A estas alturas, resulta inútil presentar a Antonio Pereira, sólo cabe decir que quien no lo conozca no sabe lo que se ha perdido. El narrador de Villafranca del Bierzo quizá no sea de los inevitables de la primera fila, de esos que saben llamar la atención hacia sí o hacia su obra con declaraciones rimbombantes, con oropeles mediáticos, con sutil o tosca mercadotecnia editorial; no. Tal vez porque su obra demuestra que la propia vida y la literatura no se hallan a gusto cuando las
Crear PDF de este artículo. Por motivos nada líricos, la primavera y el libro se llevan bien. A la gente le gusta ver los libros en la calle, algo que sólo suele ser posible con buen tiempo. Se organizan ferias por doquier y el público se pasea entre las casetas hojeando las novedades que se han ido aventando en los últimos meses, sobre todo si los autores son mediáticos y salen por la tele. Los editores sacan lo mejor de cada casa, y los suplementos literarios se hacen eco de la floración libresca estacional. Las razones de esa preferencia por el libro al aire libre habría que buscarlas, más que en una expansión del ánimo provocada por el despertar de
Crear PDF de este artículo. En 2001, Baltasar Porcel (Andratx, Mallorca, 1937) publicó una de las mejores novelas históricas de estos últimos años, El emperador o el ojo delciclón. Con una trama envolvente que hacía de la complejidad virtud, el autor recuperaba un hecho histórico –las penurias del ejército napoleónico derrotado en Bailén y cautivo en la ventosa isla de Cabrera– sin quedarse entre las alambradas de la novela de género. Sus personajes se despojaban de uniformes; en un enigmático juego de identidades, mantenían al lector insomne, cuando éste creía estar situado en la confortabilidad del desenlace al uso. Premiada con el Ramon Llull, El emperador no era fruto del azar. Hacía un año escaso que Porcel había dado a
Desde 1996 nuestro propósito es transmitir, a través del comentario bibliográfico, opinión cultural de altura a un público lector, muy formado y con intereses más amplios que los correspondientes a su especialidad.