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Vuelta al tajo

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En diciembre del año pasado apareció el último número de RdL en formato papel. La crisis venía arrastrándose unos años, y las instituciones andaban cortas de fondos. Me dijeron que las cosas no podían seguir como antes y volví a casa preguntándome qué diablos podía hacer. Hablé con los colaboradores más próximos y todos adoptamos una actitud soñadora, que es la más socorrida cuando a uno no se le ocurre nada. Así seguimos un rato, tengo que decir que muy breve. Permaneció unida y apretada la red de colaboradores, que es enorme; los equipos editoriales no dejamos de vernos y hablar; y en ningún momento perdimos contacto con la Fundación Caja Madrid, que no daba el proyecto por liquidado y que continúa apoyándonos. En marzo, nos pusimos en movimiento. Quiero decir, que empezamos a encargar cosas. Artículos largos, de esos que hay que pedir con mucha antelación y que a veces se editan hasta cuatro o cinco veces. Digo esto, para que se comprenda mejor la última apuesta de RdL, la que empieza ahora. Los controles son tan rigurosos o más que antes; pero estamos en Internet, y sería bobo no aprovechar las oportunidades que ofrece el medio digital. De modo que todo será igual y a la vez distinto. ¿Cuál es el truco? Empiezo por lo que es igual.

Los controles son tan rigurosos o más que antes; pero estamos en Internet, y sería bobo no aprovechar las oportunidades que ofrece el medio digital

El lector podrá leer cada mes –empezamos el quince, y hacemos la siguiente entrega a los treinta días, salvo en agosto– tres ensayos río de factura propia, más uno adquirido fuera. Ensayos, por lo común, de inspiración bibliográfica, y alguno larguísimo, más largo todavía que los más largos de la edición en papel. ¿Con qué criterio se elige el tema? Un criterio de relevancia. Por ejemplo: hemos querido explicar, como se ve en este número, qué demonios significa el bosón de Higgs. De verdad, sin atajos ni simplificaciones que sólo sirven para despistar. Explicaremos también cosas de historia y economía, y de historia de las ideas, y de literatura y arte, y no nos va a importar que los libros que dan pie al artículo en que se dan estas explicaciones estén o no traducidos. Manda, en fin, la urgencia intelectual sobre la contingencia editorial. Algunos opinan que esto es una extravagancia, porque en Internet se lee sin leer. No lo creo. En Internet se lee muchas veces sin leer y también se lee leyendo. Entre los márgenes del ordenador, o del Ipad (los textos podrán recogerse en varios soportes, con facilidades también para bajarlos en papel), lo que hay son palabras, y si las palabras vienen a cuento, no adivino la razón para rechazarlas porque no estén impresas en las hojas de un libro. Así que, en cierto modo, seremos como antes, sólo que todavía más a fondo. Nos resarciremos de la menor extensión de la revista (nuestros recursos son más modestos), dando todavía más relieve a lo que era característico de RdL en su encarnación tradicional: escrúpulo en la elección de asuntos, rigor, disciplina en la edición, todo eso. Esta entrega, la primera en formato electrónico, está numerada como si no se hubiese producido una interrupción de nueve meses. El maquetador no ha cambiado. Entre la concepción de un ensayo y su publicación podrá pasar más de medio año. En ocasiones, correremos más si el tema ha llegado a producir un hormigueo, una efervescencia en las conversaciones o el mundo periodístico. No piensen que esto tiene nada que ver con Belén Esteban. Nuestro tema más candente, miren ustedes por dónde, ha sido el bosón de Higgs. Se nos ha ido agosto trabajando un material complicado, técnico, hasta que se nos agotaron las fuerzas, y al autor la paciencia. Seremos así en un cincuenta por ciento. El otro cincuenta por ciento es lo que es nuevo, lo que responde a las oportunidades específicas del medio digital.

Una de las secciones principales de la RdL electrónica, «El oso prieto», es una novedad absoluta. Se trata de crítica cultural centrada en eventos madrileños: música, teatro y acontecimientos culturales en general. Los críticos, lo verán, son de primer orden. ¿Por qué nos limitamos a Madrid? ¿Por qué no abrirse también a Barcelona, Sevilla, Valencia, París o Nueva York? Ha sido una decisión mía, una especie de intuición. Los libros que se discuten en la parte ensayística pueden estar escritos en cualquier idioma. Los reseñistas serán españoles o no (aunque todo se publique en español). Una aventura, en fin, cosmopolita. Pero la revista está radicada en una institución madrileña, en el corazón de Madrid, a diez o quince minutos a pie de casi todos los teatros, salas de exposiciones, conciertos de música. Era un poco raro ignorar esto. Y podía ser divertido hacer crítica cultural a pie de obra, después de haber visto la cara de los actores, las ejecuciones musicales tal como se habían producido, al conferenciante divulgando sus ideas entre carraspeo y carraspeo. Era tentador ofrecer algo local cuando lo local es algo más que local (piensen en musicales como El rey león, en los estrenos de la ópera, en algunas obras de teatro). Era bueno, en fin, precisar, y hacerlo con una calidad que esperemos que sea también excepcional. Así que hemos hecho algo que no es como lo de antes pero que espero que salga igualmente bien. La agenda de los espectáculos nos obligará a seguir una pauta que ya no es mensual, por razones obvias. Y dará actualidad, frescura, a la página, moviéndola según vayan sucediéndose las novedades en la cartelera.

Para mí, lo más gratificante de RdL es que se ha creado de modo espontáneo, por afinidad de estilo –que no de fidelidades políticas o vinculaciones de capilla–

Tampoco nos sujetaremos a la pauta mensual en una sección dedicada exclusivamente a libros españoles. Ahí seremos semanales: una reseña de tres folios –más o menos– cada semana. La idea es que el libro sea notorio y reciente. Nos va a costar un poco de trabajo ponernos en claro sobre lo que es notorio, pero les pido paciencia. Nuestra especialidad han sido los camiones de gran tonelaje, y tenemos que aprender a manejar deportivos. Todo se andará.

¿Más? Sí. Vamos a meternos con los blogs. Y vamos a hacer un experimento. Vamos a intentar que excelentes escritores en papel hagan un esfuerzo y apliquen su talento a un género –el blog– que no sale bien si se aborda con técnicas literarias ortodoxas. Esto sí que va a ser un lío. Pero tengo el pálpito de que lo pasaremos en grande, ustedes y ellos. Todo va a ser en abierto. Y se pone a disposición del lector el fondo íntegro de la revista, verdaderamente ingente.

Termino con una declaración estrictamente personal. Para mí, lo más gratificante de RdL es que se ha creado de modo espontáneo, por afinidad de estilo –que no de fidelidades políticas o vinculaciones de capilla–, una sociedad de amigos, lo que antes se llamaba una sociedad literaria. Comprende a autores y lectores. Comprende gente intelectualmente inquieta, y, lo que es más sorprendente, perfectamente dispuesta a oír lo contrario de lo que piensa, siempre y cuando se le lleve la contraria inteligentemente y con el apoyo de argumentos y no de consignas. Esto ha sido un logro. Un logro cultural y social. Internet es un medio excelente para proseguir una conversación que se inició en 1996.

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