El curador del Museo de Arte y Diseño de Nueva York (MAD), Glenn Adamson, antes jefe de investigación en el Museo Nacional de Arte y Diseño de Londres (V&A) —mejor conocido como The Victoria and Albert Museum— ha hecho de la artesanía su punta de lanza contra la modernidad y sus estereotipos en el mundo del arte y el diseño contemporáneos. Adamson lleva casi dos décadas organizando exposiciones y escribiendo libros que ofrecen una mirada crítica y renovada de la artesanía posindustrial, casi siempre con lecturas provocadoras y a contracorrienteSobre Adamson véase su pagina web: https://www.glennadamson.com/.. Esta impronta, en cierta medida inconformista acerca de ideas tradicionales y preconcebidas, ha quedado también plasmada en su labor como editor del Journal of Modern Craft, desde su creación en 2008. Su penúltimo libro, The Invention of Craft (La invención de la artesanía), no es sino una precuela de un trabajo anterior, Thinking Through Craft (2007), donde combatía el complejo de inferioridad al que la historia del arte contemporáneo había sometido a la artesaníaEl último libro de Adamson es una historia del protagonismo social y económico que los artesanos tuvieron en Norteamérica desde la constitución de Estados Unidos como nación hasta nuestros días. Véase G. Adamson, Craft: An American History, Londres, Bloomsbury, 2021. Entre su primer monográfico sobre artesanía (2007) y este último, Adamson publicó también una antología de textos clásicos y contemporáneos sobre el tema. Véase G. Adamson, The Craft Reader, Londres, Bloomsbury, 2010.. En lo que parece un guiño al libro del filósofo Larry Shiner, The Invention of Art (2003), seis años después de su primer monográfico, el interés de Adamson era retroceder en el tiempo para volver a la época donde se «inventa» la noción contemporánea de artesanía —entre 1750 y 1850— y poder analizar así el papel que cabía otorgar a lo artesanal en los modernos procesos de producción de talleres y fábricas, un período asociado casi en exclusiva a la Revolución Industrial.
El libro de Adamson, reeditado y reimpreso en varias ocasiones, es un texto de batalla, lleno de ideas insurgentes que giran en torno a una gran tensión: la que se da entre las concepciones contemporáneas sobre la artesanía —construidas por la modernidad, muchas veces distorsionadas e ideologizadas— y su relación con la mecanización industrial. Desde los submundos y las intersecciones del arte contemporáneo, Adamson cabalga elegante pero sin complejos, sobre un escenario dicotómico heredado que enfrenta irremediablemente lo artesanal a lo industrial; adelantándonos ya en los primeros párrafos de la introducción su firme intención de deconstruir la distancia, podríamos decir ficticia, que existe entre la libertad y la alienación, lo tácito y lo explícito, la mano y la máquina o lo tradicional y el progreso, entre otros pares controvertidos. Por expresarlo rápidamente, Adamson hace de su capa un sayo mostrando la dependencia que el reformismo tecnológico de la era industrial tenía de los artesanos, un mensaje claro y directo para quienes piensan que el artesano desaparece del mapa con la llegada de la industrialización y las máquinas. Más bien al contrario, la artesanía fue y es, a ojos de esta mirada, una fuerza omnipresente en la producción artística contemporánea. Adamson se convierte así en el nuevo acicate contra la exclusión de lo artesanal de cualquier proceso de modernización y progreso. Dicho de otro modo, vuelve sobre los orígenes de nuestra percepción de la artesanía para combatir las miradas más estereotipadas que se ciernen sobre ella. En suma, página tras página, capítulo a capítulo, el libro va rastreando la emergencia y desarrollo de una idea —la de artesanía (craft)— a través de textos y objetos, pero también, y sobre todo, a través de su recepción popular. Casos procedentes de la arquitectura, la escultura, la pintura, la cerámica, el textil, el diseño, la moda, la cultura material de la ciencia, la cerrajería, la talla de madera o la fundición de hierro constituyen el soporte empírico de las ideas de Adamson.
Casos cuidadosamente seleccionados de este universo artesanal recorren la narrativa de los cuatro ejes temáticos del libro, divididos en cuatro capítulos, a saber, manipulación, misterio, mecánica y memoria. Aunque en apariencia constituidos como ensayos independientes, todos ellos destacan aspectos esenciales de nuestra concepción moderna de la artesanía. En el primero de ellos, Adamson acude al doble sentido de la palabra «manipulación», que si bien por un lado está relacionada con el trabajo manual, por otro lado alude a la intención de intervenir y modificar hábilmente el comportamiento de algo o alguien poniéndolo al servicio de intereses particulares. Ambos sentidos confluyen en el sector del tallado en madera, donde ni la industria ni las máquinas, a pesar de los intentos, privaron al artesano de su autonomía y de su bien más preciado, la dificultad de reemplazar, reproducir y controlar su trabajo.
En el segundo capítulo, Adamson ataca sin reparo el halo cuasi mágico, misterioso y secreto —véase el sentido artesanal que se atribuye a la palabra inglesa witchcraft (brujería)— que la separación moderna entre pensar y hacer le fue otorgando a los objetos hechos a mano frente a la producción en masa. El estatus cultural que adquiere algo extraño e inexplicable, en cierto momento puede, por las mismas razones, convertirse en algo poco fiable. En ese sentido, el autor no habla tanto de lo que hacen los artesanos como de lo que se dice y piensa de ellos en artes relacionadas con el hierro fundido, el papel maché o el caucho, entre otras.
El tercer capítulo echa nuevamente por tierra un clásico en los debates sobre culturas artesanales, esto es, su concepción como una actividad manual y no intelectual, y todo el universo de prejuicios que rodea a las artes mecánicas. Según Adamson, esta distinción se hizo fuerte en el siglo XVIII y principios del XIX con la llegada de la automatización generalizada, que comparaba a los artesanos con las máquinas. El capítulo pone la atención en dos contextos: los espacios de formación de los artesanos y los encuentros transculturales entre colectivos artesanales británicos e hindúes y nativos americanos. Asimismo, Adamson desliga lo artesanal de su carácter único —también atribuido por la modernidad—, partiendo del principio de que con anterioridad al siglo XVIII uno de sus rasgos genuinos era la copia y la imitación, como se ve en las réplicas realizadas con moldes de escayola.
En el cuarto y último capítulo, como una oda a todo el libro, Adamson reconstruye el papel que la artesanía ocupa en nuestra memoria colectiva, dinamitando la narrativa cínica y catastrofista de la desaparición de la artesanía en pro de las máquinas y la modernidad. Nada más lejos de la realidad, pues la artesanía constituye un engranaje más de la maquinaria moderna. En definitiva, en este último capítulo se hace aún más evidente si cabe que The Invention of Craft no es un libro sobre artesanos o sobre la artesanía en el tránsito de la época moderna a la contemporánea, sino sobre lo que se piensa de los artesanos y la artesanía a partir de esa época. Se puede afirmar, en último término, que se trata de una deconstrucción sistemática de nuestra idea de artesanía.
El lector se encontrará, a fin de cuentas, con un libro ágil y sofisticado, cargado de buenas ideas y sustentado en sólidas razones; un libro diseñado con mimo y mucho gusto, e ilustrado con una excelente selección de imágenes. Para deleite de los amantes de la cultura artesanal y de los teóricos de la artesanía contemporánea, el idilio profesional de Adamson con la prestigiosa editora inglesa Bloomsbury continuará al menos hasta 2024, fecha prevista para su próximo libro.
Antonio Sánchez es profesor de historia y filosofía de la ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid.
