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La percepción social de la inmigración

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Estimado señor Álvaro Delgado-Gal:

En el pasado n.° 90 de su revista el catedrático de Economía Aplicada y coordinador de la sección de Economía de su revista, el señor Jaime Requeijo, presentaba una aproximación al fenómeno (que él denomina «problema») de la inmigración, «La inmigración: tres preguntas y una sola respuesta».

Confieso que la lectura de su análisis me ha generado cierta desazón. Creo que la misma responde a una doble razón. En primer lugar, a una dispar fundamentación metodológica en la presentación de los argumentos: y en segundo lugar, a un desacuerdo sobre sus planteamientos y conclusiones respecto a la integración. En la presentación de las dimensiones económicas y políticas de la inmigración (denominadas «problemas económicos y políticos», pág. 21), el señor Requeijo apoya su análisis en informes de instituciones de reconocida seriedad, como la OCDE, el EUROSTAT, el Banco Mundial, entre otros.

Sin embargo, las fuentes con las que aborda la argumentación de la tercera pregunta, «¿Es, por tanto, imposible la integración de inmigrantes?», son menos rigurosas. Las citas del polémico politólogo Giovanni Sartori y del filósofo Régis Debray, dos artículos publicados en sendas revistas de economía (Economistas y Papeles de Economía Española), una editorial de la revista británica The Economist, un artículo en Le Monde y otro en El Mundo, son, en mi opinión, armazón endeble para plantear la cuestión, esencialmente sociológica, de la integración.

Para subsanar esta escasez de datos objetivos y para cuestionar su afirmación de que «es casi seguro que los problemas de integración […] sean los más difíciles de abordar» (pág. 24) quiero aportar algunos datos del estudio demoscópico más completo de nuestro país sobre la percepción social de la inmigración, el realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas en febrero del 2001.

Según este estudio sólo un 8,1% de la población considera que la inmigración es el principal problema que existe en España, muy por detrás del terrorismo (37%) y del paro (31%). Pero aunque este porcentaje no es alto la respuesta no fue inducida por el entrevistador, sino que era uno de los tres problemas que los entrevistados citaban. Por tanto, aunque en un porcentaje pequeño, la inmigración se situaba en la terna de los problemas más citados. Además cuando se le preguntaba al entrevistado sobre los tres principales problemas sociales la inmigración aparecía como el primero (15,6%) a distancia de los otros dos problemas (el paro, 13,6, y la droga, 6,3%) estrictamente sociales, no económicos o políticos. Sin embargo, cuando la pregunta se centra en los problemas que afectan personalmente al encuestado y no en la percepción de los problemas generales, los resultados cambian sustancialmente. La inmigración sólo es percibida como el principal problema que afecta a la persona entrevistada por un 3% de la población, por detrás del paro, el terrorismo, los problemas económicos, las pensiones o las vacas locas.

Según el profesor Sánchez para explicar esta distinción «podemos concluir que en gran medida la inmigración es problema en la medida en que ha estado inducido como tal al situarse en el centro de la discusión política y su correspondiente tratamiento mediático […] no es difícil de mantener la hipótesis de que un trato continuado de la inmigración como realidad conflictiva acaba convirtiendo o consolidando esta realidad como problema general según la opinión pública» (Sánchez, J. «Definir les polítiques d'inmigració a partir de la participació ciudadana», en VV.AA., Inmigració i poders locals. Ciutats i persones, Institut de Ciències Politiquees i Socials, Barcelona, 2003, págs. 260-278).

El análisis de la realidad social en base a estudios rigurosos, sin duda, puede contribuir a superar un cierto discurso político y mediático que subrayan los aspectos vinculados al potencial de conflictividad social de la inmigración obviando que ésta (salvo casos marginales) no es la realidad de la integración ni su percepción social por los ciudadanos.

Confío que su revista participe de este propósito.

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