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Esperanza de vida y salud

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España ha ganado la Copa de Europa del Índice Medio la Esperanza de Vida al Nacer (IMEVN), algo que nos debería importar mucho más que ganar el campeonato de Europa de baloncesto o la Champions, y no he visto que los madrileños se hayan concentrado en ninguna plaza para celebrarlo ni que los periódicos le hayan dedicado grandes titulares. En efecto, según estadísticas publicadas recientemente por Eurostat, en 2013 (último año consignado) en nuestro país se ha alcanzado la mayor IMEVN del continente, ¡y los cancerberos de la Marca España sin enterarse! Ya en 1980 no estábamos mal situados en el ranking, pero íbamos algo por detrás de países como Suiza, Suecia, Noruega o Islandia, pero ahora les hemos superado: según las estadísticas, desde 1980 hemos aumentado dicho parámetro en 7,8 años.

La IMEVN aumenta de un modo continuo a escala global, e incluso en muchos países pobres, y con ella la esperanza de vida saludable (IMEVS), pero este último parámetro no progresa en la misma medida y, en consecuencia, son más los años que debemos sufrir la enfermedad y la invalidez. Desde 1990, el IMEVN global ha aumentado en 6,2 años, mientras que el IMEVS sólo creció en 5,4 años, al mismo tiempo que la incidencia de la enfermedad cardíaca isquémica, las infecciones respiratorias inferiores y los accidentes cerebro-vasculares, que en conjunto han disminuido la calidad de vida durante parte de esos años ganados. Afortunadamente, se han hecho grandes progresos en el control del SIDA y la malaria.

En la revista The Lancet se publica un estudio realizado por un consorcio internacional sobre la evolución de la expectativa de vida que tiene en cuenta 306 enfermedades y lesiones en 188 países. En este estudio se constatan grandes progresos y se señala que el reto ahora es encontrar maneras más eficaces en el tratamiento y prevención de las causas mayores de enfermedad e invalidez en nuestros últimos años de vida.

Aunque la mayoría de los países han progresado, en muchos otros, como en Botsuana o Siria, ha habido estancamiento e incluso en otros, como Sudáfrica, Paraguay y Bielorrusia, se ha producido un retroceso. En compensación, son bastantes los países desfavorecidos que han progresado muy por encima de la media. Así por ejemplo, desde 1990, Nicaragua y Camboya han aumentado su IMEVN en  14,7 y 13,9 años, respectivamente. Por otra parte, las diferencias en el IMEVS entre el primero y el último de la lista  es apabullante: 73,4 años para Japón y 42 años para Lesoto.

¿Se ha progresado con la salud en los distintos países? Para cuantificar una respuesta a dicha pregunta se usa una unidad de nombre extraño, el DALY, equivalente a un año de vida saludable y, en realidad, combina los años perdidos por muerte prematura y los años vividos con discapacidad. Se han reducido los números de DALY en numerosos países, entre los que destaca Etiopía, que entre 1990 y 2013 pasó de una expectativa de 40,8 años saludables a 54, gracias a lograr reducir la incidencia de la diarrea, las enfermedades respiratorias y las neonatales. Entre los países peor parados en este aspecto están Lesoto, Suazilandia, República Central Africana, Guinea-Bissau y Zimbabue, mientras que los que menos pérdidas de salud han experimentado son Italia, España, Noruega, Suiza e Israel.

No quiero terminar estas líneas triunfalmente, con España en la elite mundial, sin referirme a los nubarrones que pueden desembocar en una tormenta que nos apee de ella. Son al menos tres: el aumento imparable de la obesidad, la aversión al ejercicio de una mayoría de los españoles y el rápido aumento de la pobreza alimentaria en nuestra sociedad.

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