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El índice de Gini en el posneolítico agrícola

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Los de mi generación crecimos preocupados más por la pobreza que por la desigualdad y, al menos yo, tuve que aprender muy tardíamente en qué consiste el índice de Gini (0, cuando todos tienen exactamente lo mismo y 1, cuando hay uno que lo tiene todo). Cuando ya empezaba a sentirme cómodo leyendo a Thomas Piketty, me ha saltado la liebre de que hay arqueólogos y antropólogos que han empezado a introducir en sus trabajos el mencionado índice y los conceptos a él asociados. Así ocurre, por ejemplo, en un trabajo que Timothy A. Kohler et altera acaban de publicar en la revista Nature sobre las mayores disparidades de riqueza en Eurasia en comparación con América del Norte y Central. Diremos, de entrada, que estas disparidades eran en aquellos tiempos menores que las que se dan en la actualidad en Norteamérica, por ejemplo.

Estos investigadores han deducido a partir de la distribución de los tamaños de las viviendas los coeficientes de Gini en sesenta y dos yacimientos arqueológicos de Eurasia y las dos Américas, entre los años 10000 y 3750 antes del presente. Ya era conocido que las jerarquías sociales surgieron con intensidad en la transición del régimen de caza y recolección al de la agricultura sedentaria. Al pasar a depender de una cosecha principal que puede almacenarse, parece que unos adquieren una mayor capacidad de producir y almacenar que otros y con mayor capacidad de transmitir riqueza heredable. Dos y medio milenios después de la domesticación de las primeras plantas, el índice habría aumentado de modo muy similar hasta el 0,35 a ambos lados del Atlántico, pero, a partir de ese tiempo, en América se mantuvo estable hasta los seis mil años después de la domesticación, mientras que en Europa, en Egipto, en Oriente Próximo y en el Lejano Oriente el índice no dejó de avanzar hasta alcanzar el valor de 0,6, que todavía estaba muy por debajo de los actuales de Estados Unidos (0,8) y China (0,73).

La explicación que dan los autores a este comportamiento diferencial se centra en la domesticación del ganado vacuno como animal de tiro, de carne y de leche, y del caballo como animal de tiro y de guerra. Aunque no aluden a ello los autores, esta interpretación estaría en línea con la previa de Luigi Luca Cavalli-Sforza respecto a los gradientes de variantes génicas de los humanos en Eurasia, según la cual la domesticación del caballo, después de las plantas, era el mayor factor determinante de los flujos migratorios en el continente.

Se ha objetado que basar el cálculo del índice de Gini en el tamaño relativo de las viviendas puede ser en exceso simplista, ya que no tiene en cuenta las probables diferencias de calidad de éstas o la posible retención o herencia de otros bienes como los derechos de pesca, pero las dimensiones de las viviendas es casi lo único que puede ser comparado entre un elevado número de yacimientos.

Han pasado ya dos décadas desde que visité el fascinante y rico yacimiento de Teotihuacán, cerca de Ciudad de México. Ahora me sorprendo al enterarme de que esa espléndida joya fue construida por una sociedad en extremo igualitaria cuyo índice de Gini no superaba el 0,12.

* Francisco García Olmedo es redactor y voz narradora del blog. Jaime Costa colabora en la prospección y documentación de los temas.

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