Egipto, entre el sable y el turbante
La periodista repasa los treinta años del régimen de Mubarak y analiza las tensiones internas que pueden aflorar en el momento posrrevolucionario actual.
Lola Infante
La periodista repasa los treinta años del régimen de Mubarak y analiza las tensiones internas que pueden aflorar en el momento posrrevolucionario actual.
«A excepción de quien está conmigo, todo el mundo es apóstata y merece la muerte», proclamaba el pasado enero, en un ramadán ensangrentado por oleadas de asesinatos y coches-bomba, Antar Zuabri, líder del GIA argelino en un comunicado. Aunque ese comunicado no haya sido autentificado, la excomunión 1 obedece a la lógica de los grupos neo-islamistas extremistas: es la manera de distinguir a un integrista radical de uno moderado. Cuando un autoproclamado emir de cualquier grupúsculo radical islámico declara que otro musulmán o que la propia sociedad en la que vive es «apóstata» está haciendo una declaración de guerra: el acusado de apostasía puede ser el gobernante y así se llega al magnicidio como en el caso de Sadat, o
El revival religioso que sacude el mundo islámico es un formidable desafío a los procesos de modernización social y a su corolario o precondición: la emancipación femenina. De repente, todo el mundo se refiere al Corán para explicar su particular visión del lugar de la mujer en el mundo: los integristas, las feministas e incluso los poderes públicos. El típico argumento de los integristas es recogido por la periodista del Wall Street Journal Geraldine Brooks en su fascinante libro Un mundo bajo el velo, fruto de sus conversaciones y experiencias con mujeres a lo largo y ancho de todo el Oriente Medio: «El islam no dice que las mujeres sean inferiores a los hombres; dice que son diferentes. Las mujeres
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