
Economía mundial: tras diez años, sigue el miedo
Han pasado doce años, pero la crisis financiera que emergió en el verano de 2007 mantiene su poder intimidatorio. Desde luego en la eurozona, donde la economía ha demostrado ser la más vulnerable y cuyo sistema financiero sigue percibiéndose como frágil. Cuando se concluían estas notas (primera semana de marzo de 2019) el Banco Central Europeo se vio obligado a adoptar de nuevo algunas de las decisiones excepcionales de inyección de liquidez instrumentadas durante la gestión de la crisis que parecían ya definitivamente confinadas a los archivos de los historiadores económicos. Es cierto que la renovada debilidad de la eurozona no puede explicarse únicamente por las secuelas directas de aquella crisis. Ello dicho, hay que añadir que las tensiones proteccionistas que hoy sufre la economía global o el propio Brexit, identificados como algunas de las razones del actual estancamiento europeo, no son en modo alguno ajenos a las más genéricas, pero no menos relevantes, consecuencias políticas y sociales de la crisis. Junto al Banco Central Europeo, los bancos centrales más importantes del mundo han interrumpido recientemente la senda de «normalización» de sus políticas monetarias, acentuando la vigilancia ante posibles inflexiones en una recuperación del crecimiento económico que hoy vuelve a revestirse de precariedad. Resurge, en fin, el temor a otra crisis.