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Las vidas teóricas

Tu rostro mañana. I Fiebre y lanza

JAVIER MARÍAS

Alfaguara, Madrid, 480 págs.

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¿Se puede hablar ya de Tu rostro mañana? Lo cierto es que se trata de una novela incompleta, con un «Continuará», no escrito, que avisa del nuevo libro que completará a esta primera parte, Fiebre y lanza. Es por eso una novela misteriosa, con la intriga interrumpida al final. Novela misteriosa, además, porque es una novela de agentes secretos (Javier Marías está más cerca de Ian Fleming esta vez que de Joseph Conrad), y los agentes secretos buscan, localizan, desmontan y destruyen o multiplican los misterios. Jacques (Santiago, Jaime) Deza, el protagonista y narrador de Tu rostro mañana (o por lo menos protagonista y narrador de esta primera entrega, Fiebre y lanza), recuerda al protagonista de Todas las almas, si acaso no es el mismo (conviene recordar que el narrador de Todas las almas no tenía nombre, y sólo a veces se le daba a conocer como El Español): madrileño, ha enseñado en Oxford durante dos años, donde ha mantenido una relación especial con un profesor de avanzada edad, Toby Rylands, ha tenido amistad con una mujer llamada Clare Bayes, y está interesado en escritores como Arthur Machen y John Gawsworth, rey de Redonda. Frente al carácter casi autobiográfico de Todas las almas (Javier Marías afirmó que «no se trataba de mí, sino de alguien distinto a mí aunque parecido»),

Fiebre y lanza se presenta con el distanciamiento de la ficción: más que evidente si se tiene en cuenta que Negra espalda del tiempo, su anterior obra, sí quería ser un libro de no ficción. Fiebre y lanza tiene también un vínculo temporal coincidente con Todas las almas: el pasado, el presente y el futuro se encuentran situados en el mismo plano. El futuro lo es respecto a la acción principal del presente, que apenas sucede en un par de días (Jacques es invitado a una fiesta, se queda a dormir en casa del anfitrión, pero antes de acostarse realiza una indagación sobre la guerra civil en la biblioteca; al día siguiente conversará con el anfitrión, que le ofrece un nuevo empleo), y marcha en paralelo, también con el pasado, modelando el transcurrir del tiempo de una forma muy especial, llena de pliegues: como si el arquero que dispara la flecha pudiera ser al mismo tiempo la diana donde se clava la flecha.

El pasado está articulado en torno a dos guerras: la española de 1936 a 1939 y la mundial de 1939 a 1945. Dos acontecimientos de la guerra civil: el POUM, y la negativa de Andreu Nin, uno de sus líderes, a declarar ante sus torturadores comunistas; y la encarcelación injusta que sufrió el padre de Jacques Deza, denunciado por uno de sus mejores amigos. Dos acontecimientos de la segunda gran guerra: la activa participación en tareas de inteligencia de Peter Wheeler, el más importante interlocutor de Deza en Fiebre y lanza, y la campaña británica de «Careless talk costs lives» («Las conversaciones imprudentes cuestan vidas»), promovida por el gobierno para evitar que el espionaje enemigo pudiera capturar alguna información relevante.

El silencio –no contar, no decir, no hablar, no relatar nuestra propia historia, no recordar– es el tema central de esta primera parte de Tu rostro mañana: el silencio de Andreu Nin, que fue prácticamente desollado en 1937 sin pronunciar una palabra ante sus torturadores estalinistas (relato que encierra uno de los grandes momentos de Fiebre y lanza); el silencio del padre de Jacques Deza, que se negó a reprochar a su antiguo amigo su traición; el silencio de los británicos que querían ser leales a su patria; el silencio del espía; el silencio que debe guardar alguien a quien han confiado un secreto; un silencio anhelado, perseguido, deseado, que se presenta como una cualidad de lo ideal pero que resulta inviable.

En este equilibrio imposible se mueve Jacques Deza, cuya vida, no tan paradójicamente, consiste en contar: para la BBC de Londres, donde ha llegado a trabajar después de separarse de su mujer, Luisa (otra separación marcaba al protagonista de su novela Mañana en la batalla piensa en mí; y Luisa se llamaba también la mujer del protagonista de Corazón tan blanco); para Tupra, su siguiente empleador, para quien tendrá que hablar sin parar, automáticamente, con una lógica quizá desordenada, interpretando palabras y comportamientos de otros, especulando sobre sus vidas teóricas (tanto como la suya propia).

Es en este ejercicio de construcción de «vidas teóricas» donde se encuentra lo mejor de Fiebre y lanza, una aparente calma que encubre una tempestad; porque ese es el oficio de Deza, descubrir qué se oculta detrás de lo que se ve y qué significa verdaderamente lo que se dice: así, cuando Deza tiene que servir de intérprete a un venezolano que parece pedir ayuda para una sublevación armada (un episodio muy interesante, de lógica quebrada, que recuerda a otro de Corazón tan blanco, que también contaba la mediación de un traductor y tras el que también había relaciones políticas); o cuando Peter Wheeler revela su participación en la segunda guerra mundial.

La realidad es un código que es necesario descifrar. Deza posee esa capacidad (un don en desaparición) y puede presentarla con la lógica común pero también con la lógica inversa y con la sinrazón. Fiebre y lanza, primera parte de Tu rostro mañana, es por eso una novela desasosegante, fría y analítica, y también apasionada e impredecible. Quizá no se pueda hablar todavía de la nueva novela de Javier Marías pero lo que se puede decir es que resulta sorprendente, inusual, y que es fascinante adentrarse en su misterio.

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Ficha técnica

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