De cómo y por qué el cielo es el infierno (y II)
Les recuerdo que estábamos hablando de “El sueño”, un relato de Julian Barnes que cierra el libro titulado Una historia del mundo en diez capítulos y medio. El protagonista de esta fábula –y ustedes también, naturalmente, es decir, todos– hemos comprendido varias cosas importantes. La primera y principal, porque abre la compuerta de todas las contradicciones, es que la ruptura de nuestras limitaciones temporales, lejos de resolver nuestros problemas, acentúa paradójicamente nuestras insuficiencias. Por decirlo de manera más sencilla, disponer de todo el tiempo del mundo o instalarnos en la eternidad en vez del tiempo tasado agrava hasta lo insoportable el peso de nuestras limitaciones. Este sueño en el que nos hemos asentado es, naturalmente, un sueño en su doble sentido: la fantasía que desarrollamos cuando estamos dormidos, pero también el deseo irrealizable que albergamos cuando estamos despiertos.