En la encrucijada
Los nueve primeros meses de 2016 han transcurrido sin que en la economía china se haya reproducido el desconcierto que caracterizó al año anterior. Sin embargo, la relativa calma no ha apaciguado los recelos de los analistas. Si en 2013 una mayoría confió en las proclamas reformistas del nuevo equipo dirigente, tres años más tarde la incertidumbre campea entre el gremio. Hace pocas semanas, Foreign Policy, una prestigiosa revista estadounidense especializada en cuestiones internacionales, se lamentaba de la creciente división de opiniones. Aunque casi todos los observadores mantienen el mismo diagnóstico –la economía china necesita reequilibrarse para asegurar un crecimiento estable–, su confianza en la capacidad del Gobierno para acometer esa tarea se ha erosionado con rapidez y ha generado conclusiones irreconciliables.