Soldados de plástico
Durante mi niñez, nadie cuestionaba los juguetes bélicos. Jugar a la guerra parecía tan natural como asistir a la escuela o coleccionar cromos. Todos los padres regalaban a sus hijos varones pistolas de plástico y, a cierta edad, una carabina de aire comprimido, que solía utilizarse para hacer saltar por los aires cualquier objeto ligero, como una caja de cerillas, un paquete vacío de tabaco o un tapón de plástico. Las latas aparecieron algo más tarde y no resultaba sensato destruir los envases de cristal de los refrescos, pues se pagaba una pequeña cantidad por su devolución.