
La insoportable similitud del Otro
Como de costumbre, corren malos tiempos para la lírica. La épica gana terreno, en escarmentada reacción tras algunos decenios de jugosa y difusa lírica posmoderna. No gustó –no parece gustar– la condición posmoderna y la autonomía del crecimiento cultural. El multicromatismo, incluidos los tonos grises, o la ambigüedad explicativa. Ahora, el positivismo vuelve a salirse de los laboratorios e invade la interpretación de lo social, de nuevo condicionada por viejas consignas medievales como el Nosotros y el Otro, parapetados ambos en las trincheras de lo aparentemente religioso.