Miguel de Unamuno: la pasión de San Manuel Bueno, mártir (y II)
La caridad está asociada a la alegría. En su interior, don Manuel soporta un sentimiento trágico de la vida, pero hacia fuera lucha por inculcar el optimismo: «¡Ay, si pudiese cambiar el agua toda de nuestro lago en vino, en un vinillo que, por mucho que de él se bebiera, alegrara siempre, sin emborrachar nunca… o por lo menos con una borrachera alegre!» Cuando acude al pueblo una compañía de titiriteros, la mujer de un payaso –ya enferma– se retira en mitad de una función y muere en una posada, asistida por don Manuel. El payaso finaliza su número devorado por la angustia y solloza al contemplar el cuerpo sin vida de su esposa, agradeciendo al sacerdote su intervención y manifestando que sólo un santo puede obrar con tanto amor y delicadeza.