El resentimiento en la democracia (y II)
No parece necesario discutir la actualidad política del resentimiento: llevamos varios años conviviendo con esta ambigua emoción moral cuya apresurada exploración iniciábamos la semana pasada. Su presencia, sin embargo, no se traduce necesariamente en un adecuado conocimiento de sus matices, a menudo oscurecidos por la agresiva contundencia de sus manifestaciones. Pero no es un asunto sencillo, ni mucho menos: su mala reputación podría ser un invento de sus enemigos.