Hannah Arendt y la terrible banalidad del mal
Esa indiferencia alcanzó el cinismo más escandaloso en la Alemania de la posguerra, cuando nadie se escandalizó por la presencia de antiguos criminales nazis en la Administración de Adenauer. A mediados de los años sesenta aún era frecuente en las zonas rurales que los vecinos se saludaran con un cordial «Heil Hitler!».