All the world’s a stage
Año viejo, tiempo de inventario. Tal parece ser la máxima que nos gobierna cada mes de diciembre, cuando nos aplicamos en la tarea de desgranar los mejores productos culturales aparecidos durante los once meses precedentes, a fin de ir separando el grano de la paja. Y ello, a sabiendas de que el paso del tiempo producirá cambios en ese canon provisional, de manera que mucho de lo que nos pareció grano nos resultará paja, y viceversa. Huelga decir que nadie estará nunca del todo satisfecho con ninguna de esas listas, pero la discusión en torno a las mismas es a la vez divertida e instructiva, sobre todo porque, si se hace rectamente, nos obliga a pensar en la naturaleza de las formas artísticas correspondientes: la novela, el disco, la película.