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Por narices

Casi todos tenemos en nuestra lengua términos despectivos hacia eso que los cursis llaman el Otro. Muchos de ellos se dedican a los miembros de países y culturas diferentes y, como son desdeñosos, tratamos de mantenerlos para uso interno sin dejar que el Otro se entere. Los japoneses se refieren a los occidentales como gaijin y en Tailandia nos llaman farang. Ambos términos son, en principio, meramente descriptivos. Gaijin significa nada más que extranjero y farang parece que deriva de frank o francés, usado luego para todos los europeos y, en general, para todos los blancos. El desprecio en ambas palabras viene sobreentendido para los locales, pues tanto los japoneses como los tais consideran que los extranjeros, por serlo, son manifiestamente inferiores a la propia estirpe. Desde las guerras del opio los chinos se han referido a nosotros, con un desprecio veteado por el pánico, como los diablos blancos.

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