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Una emoción de diseño

QUESTA STORIA

Alessandro Baricco

Fandango, Roma

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«Piel de leopardo» junto a «anillo perfecto». Si bien parece el título de un cuento tradicional chino o una versión coreana del manga, se trata sin embargo de dos metáforas para designar los mapas o espacios diseñados que se yuxtaponen en Questa Storia, la última producción («libro») de Alessandro Baricco. De lanzamiento espectacular en Italia, la novela nace con cuatro portadas diferentes a elegir por el comprador y una fiesta virtual a través de tres sitios web (fandango.it, scuolaholden.it y oceanomare.com) que dedicaron el 11 de noviembre a mostrar tanto sus primeras páginas como una micropelícula sobre su gestación. En este corto, Baricco anticipa ya algunas ideas o pistas para un posible inducido lector: «Me parecía ver explicado en una figura muy límpida una cosa que me fascina mucho: nuestra relación con la sensación de orden y la sensación de caos […] creo que, de hecho, no he contado otra cosa en mis libros».

Así se empezaría a diseñar el mapa, el espacio de la lectora o el lector crédulo, alentado por Baricco. Ese tipo de lector informado, fiel y a la expectativa de uno de los escritores italianos con mayor éxito de ventas dentro y fuera de su país, se verá inmediatamente tranquilizado. Por un lado, la nueva novela continuaría en la onda de las anteriores (desde Tierras de cristal, Océano mar, Seda, City o Sin sangre, todas habrían «contado» la misma «cosa»), es decir, no le decepcionará. Por otro, tal lector sabrá a priori qué esperar del flamante lanzamiento y estará más predispuesto a buscar tanto esa «figura muy límpida» que las páginas anticipan como la «sensación de orden» y la «sensación de caos» que prometen.Toda una declaración de intenciones.

Entrará, de este modo, en el plano del «anillo perfecto». En tal espacio, encontrará la historia vital del personaje Ultimo Parri, desde sus impresiones de niño rural atraído por los primeros coches, «monstruos mecánicos», apenas puestos en circulación, a su experiencia de la Primera Guerra Mundial en el señalado día de Caporetto. Leerá también su vivencia del amor y su búsqueda mental permanente, mientras el corazón se lo permite, de un circuito de carreras ideal, un diseño que garantice la continuidad del movimiento en una figura cerrada: el círculo o «anillo perfecto». En ese mapacircuito el lector informado encontrará los habituales juegos binarios de orden y caos, posiblemente extensibles a los correlatos categóricos de lentitud/velocidad, quietud/movimiento, muerte/vida, máquina/animal, mujer/hombre, construcción/destrucción, emoción/razón… Asimismo, asistirá con inducida devoción marinettiana a las destrezas rítmicas de freno y aceleración que pautan el trasfondo musical del texto para asombrarse con la «sensación» de vórtice y calma que conllevan.Y, al fin, acabará por aplaudir peligrosamente la «hermandad» masculina cantada por el narrador del episodio de Caporetto («en el gesto obligatorio del combate se lograba aquella identidad pura de animales machos que se cerraba sobre sí misma diseñando la figura inatacable de una esfera perfecta»).

Sin embargo, un lector o lectora menos conformista podría fijarse en el otro tipo de patrón espacial desplegado en Questa Storia. Descubrirá en su lectura la «piel de leopardo», un diseño a motas de textura más cercana a lo material o a lo corporal que a un patrón ideal. Por un lado, percibirá cómo la historia de Ultimo Parri se inscribe en el texto a partir de retazos, de fragmentos que componen un siempre deslavazado retrato vital. El personaje no tiene voz; sólo se define a través de las voces de otros, voces narrativas múltiples y heteróclitas que pasan a diferenciar y componer cada una de las siete secciones del libro. Por otro lado, este lector menos convencido identificará un lugar común recurrente en la superficie textual: el hueco, la palabra no dicha o escrita que incorpora intermitencias en la grafía en forma de espacios en blanco. El hueco reiterado se corresponde, literalmente, con las constantes inclusiones de las nociones de «trinchera» y «herida de la tierra», así como a la reivindicación de un «no participar» o un estar «retirado» («en todo caso, se convino que la palabra justa era «retirado» porque no aclaraba el matiz entre haberse salido del circuito con el motor estropeado y estar, para siempre, muerto»). Son conceptos cómplices que Baricco desgrana, posiblemente en busca de indulgencia por parte del lector, para rebajar el tono de su megalítica empresa.

Pero es, precisamente, en torno a la noción de «no participar» donde se hace sentir la voz más interesante de la novela. Es la voz Elizaveta Seller, el personaje femenino que desdibuja la credibilidad de la Historia con sus palabras: «Lo que deberíamos hacer, cara a la Historia, es no participar». A pesar de «lo que dice», el personaje Elizaveta Seller participa intensamente en Questa Storia. De hecho, se sitúa a caballo entre ambos mapas o espacios diseñados. Si bien parece completar con su amor el retrato vital y el sueño de Ultimo Parri, contribuye asimismo al patrón «piel de leopardo», pues va deshaciendo, haciendo trizas, lo contado en la novela.Así, escribe en primera persona una historia alternativa fascinante a través de un diario, en el que se autorretrata como una mujer diabólica con inquietantes similitudes a La pianista de Jelinek. Un perfil patológico y maléfico que resulta en los pasajes más brillantes del texto. Es una auténtica lástima que Baricco no sea capaz de situarse a la altura de esta ficción y tenga que virar el texto para enmendar al personaje. Ofrece, en fin, su perfil más previsible acorde a un final digno de Holywood apto para todos los públicos.

En la página oceanomare.com, Alessandro Baricco se expresa abiertamente sobre una de las polémicas siempre presentes en los foros de literatura contemporánea: la dialéctica entre mercado y calidad literaria. El escritor declara que le gusta tener lectores y que no cree haber hecho nada malo para lograrlos. Bien conoce Baricco (véase, Next) el hipermercado global, que multiplica perfiles e identidades, y no ignora que cuantos más diseños más ventas. En efecto, en Questa Storia, el escritor ofrece un producto a dos mapas y cuatro portadas, donde todo lector tipo puede encontrarse más o menos a gusto.

Incluso en la ficción parece hacer juegos con sus objetivos comerciales. Lo percibimos cuando el personaje de Elizaveta Seller adquiere relevancia a medida que avanzamos en el texto hasta superar en importancia al presunto protagonista de la narración (recordemos que «Seller», en inglés, puede traducirse por «Vendedor»). Quizás el hecho de llamar «Vendedor» a su personaje más sólido sea, en esta ocasión, un gesto de sinceridad de Alessandro Baricco.

Al margen de cumplir con las ventas, en todo caso, Questa Storia no deja de proponer un mundo autorregulado conformado por los dos diseños o patrones yuxtapuestos. Es una zona de ficción creada como filigrana y consciente de su artificio. La historia contada trae a nuestra memoria otra historia conocida. Aquella de un hombre anciano que emprende un recorrido recto, sin curvas, muy despacio, a lomos de un tractor cortacésped a través del Medio Oeste estadounidense. Se trata de Una historia verdadera (The Straight Story), que David Lynch llevó al cine en 1999. Si comparamos ambas, el artificio de Questa Storia resulta entonces más chirriante y su «literatura», una emoción sin alma.

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Ficha técnica

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