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Thoreau, una vida bella y libre

THOREAU. BIOGRAFÍA ESENCIAL

Antonio Casado da Rocha

Acuarela, Madrid

208 pp. 12,5

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Por algún oscuro olvido, nuestra bibliografía tenía un hueco llamativo en el apartado relativo a la vida y obra de los pensadores modernos más influyentes. Es el caso de Henry David Thoreau (1817-1862), autor esencial de la cultura norteamericana y considerado un adelantado del ecologismo, el pacifismo y la literatura de viajes, pero de quien apenas había publicados en español algunos libros y un puñado de estudios. Faltaba una biografía crítica, carencia tanto más importante en un autor cuya obra es radicalmente inseparable de su vida.
Antonio Casado da Rocha, responsable de una edición del célebre escrito de Thoreau titulado Sobre el deber de la desobediencia civil (Iralka, Irún, 1995), ha publicado ahora en Acuarela una pequeña gran biografía del personaje: Thoreau. Biografía esencial. Cosas del azar, esta biografía casi ha coincidido con una nueva traducción y edición crítica de Walden, la obra principal de Thoreau, a cargo de Javier Alcoriza y Antonio Lastra, publicada en Cátedra.Ambos libros se complementan felizmente.
La vida de Thoreau fue sencilla en acontecimientos y rica en propósitos. Antonio Casado ha sacado éstos a la luz al hilo de los principales sucesos de su biografía, transcurrida en su mayor parte en la apacible e histórica ciudad de Concord (Massachúsetts). Desde allí Thoreau inició numerosos viajes por Nueva Inglaterra, sobre todo por sus bosques, ríos y montes. Muchos consistieron en largas y apacibles caminatas llenas de observaciones tan agudas como poéticas, vertidas en numerosos trabajos, como Walking, una celebración reflexiva del caminar por la naturaleza con la mente alerta y los ojos bien abiertos. Thoreau era capaz de aunar el disfrute estético y la fructífera colaboración con el eminente naturalista Louis Agassiz, y también de publicar trabajos técnicos sobre semillas y silvicultura. Consideraba que ambas cosas eran igualmente esenciales para una vida enteramente libre.
Ajeno a cualquier carrera académica o política, con discreto éxito en la literaria –como su amigo Hermann Melville–,Thoreau, cuando no caminaba, visitaba el círculo intelectual de Ralph Waldo Emerson en Concord. En política se comprometió activamente con la causa abolicionista, y sobre todo justificó, teorizó y experimentó por sí mismo –muy cívicamente todo– la desobediencia civil y sus consecuencias. Pero el hecho más famoso de Thoreau era y es su modesta y seductora aventura junto a una laguna llamada Walden.
En 1845,Thoreau levantó una diminuta cabaña y cultivó un huerto parejo en medio del bosque que circunda la idílica laguna de Walden, en una propiedad de Emerson muy cerca de Concord. No pretendía proclamar la autarquía misantrópica, ni promover un experimento utópico de renuncia a la civilización, sino sólo poner a prueba sus propias convicciones sobre la importancia de una vida lo más esencial posible, donde el trabajo se limitara a satisfacer las necesidades elementales con decoro, ganando todo el tiempo del mundo para pensar, disfrutar de la naturaleza y gozar de la amistad. Narra la experiencia, que duró unos dos años, en Walden, un libro capital de la literatura norteamericana. Walden incluye desde la contabilidad minuciosa de los gastos necesarios para producir una libra de alubias –tradición contable que se remonta a la autobiografía de Benjamin Franklin– a páginas magníficas sobre los rasgos más humildes de un paisaje –pinos y peces, la transparencia del agua, el pasar de las nubes–, de los que extraía significados inagotables alejados de cualquier sentimentalismo.
Mientras vivía en su retiro tuvo lugar un leve incidente de duraderos y luminosos efectos.Thoreau llevaba rehusando desde 1842 pagar el impuesto por capitación para protestar contra la esclavitud y la guerra de México. En 1846 se le obligó a elegir entre el pago de la deuda, modesta, o ingresar en la cárcel: eligió lo segundo. Sólo pasó una noche encerrado porque un amigo decidió pagar por él, pero el caso dio lugar a su encendido y meditado alegato a favor de la desobediencia civil, concebida como el deber de todo ciudadano libre opuesto a la arbitrariedad del gobierno y a las leyes inicuas. Resistance to Civil Government apareció por primera vez en 1849, iniciando la tradición pacifista que conducirá al movimiento por los derechos civiles del reverendo Martin Luther King, gran admirador de Thoreau.
Con estas obras a cuestas,Thoreau ha sido invocado como adelantado de diversas utopías, sobre todo tras la oportunista apropiación de su Walden para titular una obra totalmente diferente del psicólogo conductista Skinner. Pero el pensamiento de Thoreau, entretejido en su propia vida, tiene poco que ver con el utopismo. La utopía deja a la posteridad la realización del proyecto, mientras que Thoreau intentó todo el tiempo vivir su aquí en su ahora, sin dejar lo esencial al albur de un porvenir incierto. Al contrario, puso todo su esfuerzo en depurar la propia existencia de toda servidumbre gratuita, convención tediosa o creencia arbitraria. Frecuentó la compañía de árboles y lagos tanto o más que a la gente, pero sin rehuir, todo lo contrario, los compromisos políticos y sociales derivados de una ciudadanía exigente.
El espléndido ensayo biográfico de Antonio Casado ofrece al lector una perspectiva sugestiva y profunda del empeño existencial de Thoreau: vivir plenamente la belleza del mundo, arrimando hombro y lápiz a las buenas causas de la libertad política. Quizá sea esta rara armonía la que hace fascinantes las modestas andanzas y profundos escritos de aquel buen yanqui de Concord.

 

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