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The Frost that Kills the Germs of Laissez-Faire

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Se cumplen hoy, 21 de abril, setenta y cinco años de la muerte de John Maynard Keynes, de quien decir que fue uno de los economistas más prominentes del siglo XX, si no el que más, es no decirlo todo. En términos que dan título a los capítulos del magnífico libro escrito por su más reciente biógrafo, Richard Davenport-Hines, Maynard Keynes fue, además, Altruist, Boy Prodigy, Official, Public Man, Lover, Connoisseur y Envoy. Ciertamente, el biógrafo no ignora la inmensa contribución del economista. No obstante, Davenport-Hines destaca, con todo acierto, la brillante y polifacética personalidad de Maynard Keynes y el momento histórico en el que se desarrolló su obraTambién celebramos, en la semana en que ve la luz esta entrada, un año desde que apareciera nuestra primera entrada, el 23 de abril de 2020, que fue, además, día internacional del libro. Tenemos mucho que agradecer a Revista de Libros, a nuestros editores y a todos cuantos nos leen por el apoyo recibido y la oportunidad de expresar nuestras ideas en un foro tan relevante y necesario..

Es en ese momento histórico y en especial durante los años que preceden y siguen a 1936, año en que se publica The General Theory of Employment, Interest and Money, en que el desencanto con el orden establecido en Europa lleva a Louis MacNeice, un joven poeta irlandés perteneciente al grupo de los thirties poets, a componer un extenso e innovador poema del que hemos extraído el pentámetro que da título a nuestra entrada de hoyEl poema completo, titulado Autumn Journal, apareció en marzo de 1939. Se puede consultar en: Autumn Journal (archive.org). La estrofa a la que pertenece el verso que mencionamos y que podríamos traducir como «La escarcha que mata los gérmenes del laissez-faire», nos da una idea, a la vez personal y universal, del ambiente del momento en que se escribió: And I am in the train too now and summer is going / South as I go north / The dying that brings forth / The harder life, revealing the trees’ girders, / The frost that kills the germs of laissez-faire; / West Meon, Tisted, Farnham, Woking, Weybridge, / Then London’s packed and stale and pregnant air.. Este pentámetro está cargado de necesidad, de amenaza y de promesa. La obra magistral de John Maynard Keynes fue el resultado de su talento y de su esfuerzo, cultivados ambos desde una edad temprana, pero salió a la luz como hija de la necesidad, defensa contra la amenaza y partera de la promesa. Ni el mundo de los poderosos ni los poderosos del mundo estuvieron entonces a la altura de lo que el momento demandaba y la amenaza se cumplió, quizá para que la promesa acabara realizándose.

Keynes, 1933

A pesar de paralelismos innegables y, al mismo tiempo, dudosos entre los finales años veinte y los primeros treinta del pasado siglo con los que corren hoy, muchos de quienes hoy se alarman ante el avance de regímenes autoritarios e iliberales y de la crecientemente insostenible desigualdad (sin olvidarnos de la amenaza del cambio climático y la degradación medioambientalNo se pueden ignorar, efectivamente, las cada día más negativas consecuencias del cambio climático y la degradación medioambiental, que hoy representan riesgos incalculables. La presencia de estas masivas externalidades son costes para toda la sociedad que, debido a imperfecciones del sistema de mercado e instituciones legales y de gobierno afines a él, no se reflejan adecuadamente en los precios que ciudadanos, empresas, organizaciones y gobiernos pagan por los bienes y servicios que consumen. Pero no creemos pecar de irresponsable optimismo en este respecto si pensamos que hay muchas oportunidades para que la cooperación internacional pueda enfrentarse con éxito a los riesgos aludidos. Hemos dedicado una de nuestras entradas pasadas al tema de las externalidades: Lo barato es caro – UNA BUENA SOCIEDAD – Blogs — Revista de Libros.), tienden a una equivalencia histórica que no compartimos porque creemos que aún estamos muy lejos de la monstruosidad que fue la primera mitad del siglo XX europeo. Es cierto que la euforia que siguió a la primera guerra mundial –y a la superación de la mal llamada gripe española– trajo la década de los «locos años veinte», pero ello fue un breve entreacto entre las dos guerras mundiales, dos tragedias de primer orden, además de la debacle que supuso la gran depresión que puso fin al nervioso optimismo de los años veinte y preparó el terreno para la hecatombe que se avecinabaUna historia de la primera mitad del siglo XX europeo, cuyo mismo título es una lúgubre invitación a asomase al abismo, es la de Mark Mazower, Dark Continent: Europe’s Twentieth Century, Knopf, 1st American edition, January 9, 1999..

Creemos que es importante proporcionar el anterior contexto porque el traumático periodo que transcurre desde el inicio de la primera guerra mundial hasta el final de la segunda, unos cuarenta y cinco años, es la escena, diríamos global, y no exageraríamos, en que el genio de Maynard Keynes se manifiesta con cada vez mayor frecuencia y relevancia.

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John Maynard Keynes (nacido en 1883) accedió al servicio civil británico en 1906 tras obtener el segundo puesto en los exámenes nacionales, pero dimitió veinte meses después, en julio de 1908, para aceptar una lectureship en la universidad de Cambridge, su Alma MaterLa referencia biográfica que seguiremos en el resto de nuestra entrada es Richard Davenport-Hines, Universal Man: The Lives of John Maynard Keynes, Basic Books, 2015.. En 1913 fue nombrado miembro de la Comisión Real que investigaba las finanzas y reforma monetaria en la India, desarrollando un trabajo empírico que le brindó la oportunidad de estudiar el problema del desajuste entre el ahorro, paralizado en acumulaciones estériles de oro y plata, y la insuficiente inversión que resultaba de tales acumulaciones de ahorro. Como parte de su trabajo, Maynard Keynes elaboró un celebrado apéndice sobre la creación de un banco central en India. Estos primeros años de la carrera profesional de Keynes le permitieron establecer conexiones con importantes oficiales y expertos del gobierno británico y destacar como un analista de primer orden. De hecho, poco tiempo después de su nombramiento como miembro de la Comisión Real, Keynes se encontraría en el centro de la crisis que supuso la transferencia del centro financiero mundial de Londres a Nueva York.

El súbito inicio de la primera guerra mundial en el verano de 1914 supuso la mayor crisis financiera que el Imperio Británico había conocido hasta entonces y ofreció a Keynes la oportunidad de demostrar la claridad de su pensamiento y la persuasión de su palabra. Al inicio de las hostilidades, medio mundo (y el resto de la otra mitad) estaba endeudado con Londres, que era entonces el centro financiero internacional. El colapso de pagos internacionales (deudores en Berlín y París no podían pagar sus deudas en Londres) sembró el pánico en la bolsa de valores y entre los banqueros, quienes demandaron al gobierno la interrupción de la convertibilidad de la libra en oro (cuando eran ellos quienes había causado la disminución de las reservas de oro del Banco de Inglaterra de 17,5 millones de libras a 11 millones en tan solo tres días).

El entonces Chancellor of the Exchequer, Lloyd George, estaba a punto de ceder a las demandas de los banqueros y lo hubiera hecho a no ser por la influencia de un memorándum que Keynes le dirigió el 3 de agosto de 1914 en el que expresó, ya con un firme destello de su claridad y brillantez, las consecuencias de la pérdida de confianza y prestigio que suspender la convertibilidad supondrían para el país. Al cabo de cuatro meses, el gobierno británico había llevado a cabo el rescate del sistema bancario inglés. Algunos años después, Keynes recordaría la cobardía y mediocridad de los banqueros ingleses de aquellos años, contrastándola con el aplomo y dedicación de los funcionarios del Exchequer y del Banco de InglaterraVéase Richard Davenport-Hines, Universal Man: The Lives of John Maynard Keynes, Basic Books, 2015, capítulo 3. Véase también nuestra entrada del pasado tres de marzo, con algunos ejemplos de excelencia en el servicio civil contemporáneo: El liberalismo no es el liberalismo – UNA BUENA SOCIEDAD – Blogs — Revista de Libros..

El esfuerzo y talento de Maynard Keynes fueron decisivos durante el curso de la primera guerra mundial, en que se dedicó a la reorganización del sistema de pagos entre los aliados. Si tenemos en cuenta que (citamos a Davenport-Hines directamente) en el verano de 1916 Inglaterra estaba pagando el total del gasto de guerra de Italia, la mayoría del de Rusia, dos terceras partes del de Francia y la mitad de los de Bélgica y Serbia, y que estaba pagando una buena parte de este esfuerzo con préstamos de los Estados Unidos, no nos sorprenderá saber que Keynes entendía perfectamente que el testigo de la carrera financiera internacional estaba pasando de Londres a Nueva YorkVéase Richard Davenport-Hines, Universal Man: The Lives of John Maynard Keynes, Basic Books, 2015, página 81..

Además de sobresalir en sus aportaciones de alto nivel, la inteligencia y decisión de Keynes se manifestó en multitud de ocasiones más prosaicas. Una de ellas, que creemos de gran interés para nuestros lectores, fue la forma en que Keynes obtuvo una importante cantidad de pesetas, necesarias para comprar productos de España, que era neutral en la guerra. A duras penas pudo conseguir una apreciable pero insuficiente cantidad que, de espaldas a la imponente burocracia y jerarquía imperiales, vendió en el mercado de cambios, deprimiendo el valor de la peseta, para poder volver a comprarlas en mayor cantidad tras la correspondiente bajada del tipo de cambio. Una especie de milagro del pan y los peces (¿no lo crees así, admirado gemelo?) reservado a los elegidos de los diosesRichard Davenport-Hines, Universal Man: The Lives of John Maynard Keynes, Basic Books, 2015, página 81. La mecánica de esta operación es la siguiente, aunque los tipos de cambio están pensados para añadir dramatismo: imaginemos que mi sapientísimo hermano tiene un millón de pesetas y las vende al precio de 100 pesetas por cada libra inglesa de forma que obtiene 10.000 libras. Como consecuencia de la presión a la baja del tipo de cambio que la venta de una cantidad considerable de moneda extranjera supone, imaginemos a continuación que el tipo de cambio pasa a ser de 200 pesetas por libra (es decir la peseta se devalúa y la libra inglesa se revalúa), momento que aprovecha mi astuto gemelo para comprarlas de vuelta, pagando con esas 10,000 libras y obteniendo a cambio nada menos que dos millones de pesetas, es decir, el doble de las que tenía antes de empezar esta operación (a los que hay que restar algo de calderilla en concepto de comisiones y gastos con los intermediarios del mercado de cambios). Algo así intentaron otra famosa pareja de hermanos, Herbert y Nelson Hunt, en la segunda mitad de los años 70, con plata y al revés ya que compraron toda la que pudieron con objeto de monopolizar el mercado (to corner the market) y propulsar los precios al alza. De haberse salido con la suya, se habrían hecho más ricos que el rey Midas. Desgraciadamente para los hermanos Hunt, el gobierno de los Estados Unidos correctamente vio que una operación especulativa y manipuladora de grandes dimensiones se estaba desarrollando debajo de sus narices e intervino: Silver Thursday: How Two Wealthy Traders Cornered The Market (investopedia.com).. Tal olfato financiero proporcionó a Keynes enormes beneficios monetarios.

Destacamos esta fase de la vida de Maynard Keynes porque, además de ser menos conocida, creemos que es fundamental para un entendimiento de su titánica personalidad. Mejor conocidas son la elocuencia y pasión, el coraje y premonición que resumió en su veredicto condenatorio del tratado de Versalles de 1919 (The Economic Consequences of the PeaceAccesible en: Online Library of Liberty: The Economic Consequences of the Peace – Portable Library of Liberty (libertyfund.org).) y, naturalmente, la enorme trascendencia que tuvo su obra magistral (The General Theory of Employment, Interest and Money que, dicho sea de paso, es difícil de leer y dista mucho de la claridad y elocuencia de su Economic ConsequencesPaul Samuelson, quizás el keynesiano más distinguido, manifestó sus dificultades y las de todos sus contemporáneos para comprender el alcance de la Teoría General: Samuelson.pdf (fa.ru). En este artículo, Paul Samuelson atribuye a Lawrence Klein el término “revolución keynesiana”.) y no pretenderemos en esta entrada resumir su significado.

Sí mantendremos, no obstante, que a pesar de las importantes revisiones y contra revoluciones que siguieron a la «revolución keynesiana», desde el monetarismo de Milton Friedman, la teoría de expectativas racionales (demostrándonos cómo los agentes ultra racionales darán al traste con las buenas intenciones de los políticos keynesianos) o la adopción de la teoría de juegos y su énfasis en la estrategia de salir lo mejor parado posible de una mala situación, con o sin cooperación (no es de extrañar el enorme interés que la teoría de juegos ha tenido desde su origen entre las diversas ramas militares de los países más poderosos), el pensamiento y la acción de John Maynard Keynes están detrás de algunos de los logros sociales y económicos más significativos de la segunda mitad del siglo XX y representan uno de los triunfos de la mente y la generosidad humanasUna sistemática y apasionante evaluación del impacto de la teoría de juegos en la ciencia y la política económica, y en las relaciones internacionales, es S. M. Amadae, Prisoners of Reason, Game Theory and Neoliberal Political Economy, Cambridge University Press, 2015..

Añadiremos también que ya en su etapa madura, cuando su pensamiento se había consolidado en un edificio imponente y cuando el New Deal de Franklin Delano Roosevelt se ponía en marcha, Maynard Keynes apoyó el programa del presidente Roosevelt sin reservas y hasta consideró su magnitud insuficiente, pensando que debería representar el doble del 5-6% del PIB estadounidense que entonces representaba. Pero también estableció una importante distinción entre recuperación económica y reforma social, sabiendo perfectamente que no era posible la una sin la otra pero que el orden de los factores podría alterar, en la lógica social, el producto resultante. En este sentido, el de las prioridades, quienes implementaron el New Deal eran reformadores sociales y Maynard Keynes temía las consecuencias de enormes pero improductivos gastos. Poco después de estas consideraciones comenzó la Segunda Guerra Mundial y la destrucción consiguiente, junto con el sacrificio humano que impuso, hizo de la reconstrucción y la reforma la misma e importante preocupación. En un reciente artículo, Robert Skidelsky, el autor de una monumental biografía de Keynes (John Maynard Keynes, en tres volúmenes, 1983-2000), nos recuerda que esta distinción del orden entre reforma social y recuperación económica podría volver a ser hoy irrelevante, dada la universalidad de la desigualdad, el cambio climático y la presente y futuras pandemias que están socavando los cimientos de la sociedadVéase: Sequencing the Post-COVID Recovery by Robert Skidelsky – Project Syndicate (project-syndicate.org).. Como decimos en mi pueblo, we have our work cut out.

Es posible que hoy, firmemente adentrados en un siglo XXI que nos recuerda, paradójicamente, al que criticara Enrique Santos Discépolo en su icónico tango Cambalache (compuesto en 1934, lo cual lo hace doblemente significativo), la importancia de John Maynard Keynes, que muchos de nosotros aprendimos en las inolvidables clases de un gran keynesiano español como fue el catedrático Luis Ángel Rojo Duque, no se conozca ni se aprecie, caso de que se conociera. Para nosotros, sin embargo, la obra y la vida de Lord Keynes, es un faro de esperanza. Esta es, sencillamente, la razón de nuestro pequeño y personal homenaje a la memoria de un hombre que con tanta generosidad como inteligencia compartió los frutos de su trabajo en pos de una buena sociedad.

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