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Leer y comprender a Xavier Zubiri

El poder de lo real. Leyendo a Zubiri

Diego Gracia

Madrid, Triacastela, 2017

704 pp. 39 €

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Han pasado algo más de treinta años desde que Diego Gracia ofreciera su primera invitación al estudio del pensamiento de Xavier Zubiri. El autor nos presenta ahora –editado y prologado por Antonio Pintor Ramos? un nuevo libro, un bien grueso volumen que da cuenta del trabajo investigador y divulgativo llevado a cabo durante este período.

La obra está repartida en cuatro grandes campos de estudio, pues se trata de esto precisamente, de comprender a Zubiri de la mejor manera posible, contando además con el amplísimo material que ha ido apareciendo –veinte nuevos tomos de sus obras?, guiándonos a través de su lectura, resolviendo dificultades, advirtiendo acerca de algunos malentendidos, sugiriendo nuevas rutas e invitando, tanto a especialistas como a cualquier recién llegado, a la lectura de una filosofía que tiene mucho todavía que dar de sí. Diego Gracia confiesa animosamente que se le ha hecho necesario ir más allá del pensador español, continuando la reflexión de los grandes temas de su filosofía a la par que tanteando vías que Zubiri dejó abiertas o incompletas, pero que el octogenario filósofo vasco no pudo o no quiso recorrer. Lo vamos a ver enseguida.

La primera parte de El poder de lo real está centrada en la descripción del contexto histórico-filosófico en que se desenvolvió Zubiri a lo largo de su longeva trayectoria intelectual. Diego Gracia lleva a cabo un amplio recorrido por la filosofía española contemporánea, cuyo comienzo ha de datarse rigurosamente en la primera década del siglo pasado, cuando Ortega y Gasset gana su cátedra de Metafísica en la Universidad Central de Madrid. Marcada esta línea divisoria, tendríamos a Unamuno como el decidido representante de la filosofía moderna, como el último hombre de una concepción ya agotada de pensamiento positivista, decimonónico. Tendríamos a Ortega como el primer motor del pensamiento español contemporáneo, nada moderno y muy siglo XX. Y tendríamos a Zubiri como la máxima figura filosófica de la generación del 27. Aparece entonces una de las novedades de este libro, uno de esos intentos por ir más allá del propio pensador. Frente a las célebres dos grandes etapas en que el propio Zubiri dejó perfilado el desarrollo de su vida intelectual, una fenomenológica y otra rigurosamente metafísica, con los matices que vengan al caso (prólogo a la edición inglesa de Naturaleza, Historia, Dios), Diego Gracia establece siete diferentes fases para ese mismo periplo filosófico-vital, cada una con su correspondiente concepto clave, cada una descrita y contrastada con su obra y con su autor de referencia, cada una con su afán, con sus idas y sus vueltas. Son las siguientes: el realismo cultural; los realismos precrítico y crítico; el vitalismo; la religación; el de suyo o sustantividad; la cosa-realidad; la actualidad. Y es que el asunto que más le preocupó no fue otro que el de saber estar en la realidad. ¿Significa esto que podríamos, sin más, encasillar a Zubiri como un filósofo realista? Para responder a esta –aparentemente? sencilla cuestión, Diego Gracia lleva a cabo un repaso de los cuatro principales enfoques con que se ha intentado relacionar a este filósofo, en diferentes momentos o por diferentes generaciones de lectores, incluso por las distintas modas filosóficas que han ido sucediéndose. Pues bien, antes que filósofo de la inteligencia sentiente, Zubiri fue considerado como un existencialista cristiano, al modo de un Gabriel Marcel en Francia. Eran los años cuarenta y cincuenta. Así lo vieron Pedro Laín Entralgo, Julián Marías, José Luis López Aranguren. Sin embargo, con la aparición de Sobre la esencia, esta primera adscripción se vio reemplazada por otra bien distinta y bien dañina, la de un Zubiri rancio y neoescolástico, ajeno a los dos grandes movimientos filosóficos del momento: el marxismo y la filosofía analítica. Eran los años sesenta. Fue Ignacio Ellacuría quien tuvo que realizar el inmenso esfuerzo de sacar a Zubiri de este desconcertado barrial. Seguidamente, a principios de los años setenta, se fundó en Madrid, dentro de la Sociedad de Estudios y Publicaciones, un seminario dedicado al pensamiento de Zubiri al que él mismo estuvo asistiendo sin falta hasta el final de su vida. Fue entonces cuando, de la mano de los estudios de Antonio Pintor Ramos, se interpreta a Zubiri desde su primera formación en el ámbito de la fenomenología. Finalmente, con la publicación de la trilogía sobre la Inteligencia sentiente, el mismo Diego Gracia abrió, a mediados de los ochenta, un horizonte interpretativo, original y eficaz, que ha llegado hasta nuestros días y que se completa y se asienta firmemente con esta nueva obra, El poder de lo real. Así las cosas, Zubiri se nos presenta como un auténtico maestro de pensamiento, capaz de rehacer por sí mismo el edifico entero del pensamiento filosófico, como uno más de los grandes filósofos de nuestra tradición, con su original y preciso estilo, con una obra abierta a nuevos intereses e interpretaciones. Zubiri se nos presenta, sencillamente, como un clásico. Creo que este es, sin duda ninguna, uno de los aciertos fundamentales de la obra de Diego Gracia, que el lector no debe perderse. Pero aún hay más.

La segunda parte está centrada al problema de la inteligencia. Sería conveniente que el lector comenzara por el apartado séptimo, pues Diego Gracia pone en claro cuál fue el origen del tenaz interés de Zubiri por la naturaleza de la inteligencia humana, que se inició en 1976 con un breve ensayo titulado Notas sobre la inteligencia humana y que no abandonaría hasta el último tomo de Inteligencia sentiente, es decir, Inteligencia y razón, de 1983. Aquí se analizan con rigor y minuciosidad los aspectos más difíciles de la noología: el problema de la aprehensión primordial de realidad, su expresión mediada a través los logos sentientes; la crucial idea de formalidad; el campo de realidad; la distinción entre perceptos, fictos y conceptos, etc. Como novedad, es muy importante señalar que Diego Gracia maneja uno de los pocos cursos de Zubiri que todavía queda reservado en el archivo de la Fundación: ¿Qué son las ideas? Se trata de un curso de finales de los años cuarenta sin publicar a día de hoy. Diego Gracia confronta la idea de razón con Husserl, con Kant y, especialmente, con Leibniz. Pero también aparecen Ortega y Gasset y Pascal, Heidegger y Derrida, Aristóteles, Berkeley, Hegel o Tomás de Aquino. Un apasionante toma y daca con los gigantes del pensamiento.

La tercera parte está dedicada a la original antropología zubiriana. Aquí Diego Gracia realiza un balance tanto de la voluntad como de los sentimientos humanos en la construcción de valores; se afronta el problema del yo, el problema de la libertad, la génesis humana y la descripción del ser humano como realidad personal. El lector no ha de perderse el apartado titulado «La noche triste». Resulta vibrante, conmovedora, la narración de un momento de crisis que, al parecer, Zubiri se guardó en su fuero interno pero que, de un modo u otro, acabó saliendo a la luz. Diego Gracia, contrasta las opiniones que se han ofrecido de aquel asunto a la vez que ofrece la suya. Todo el tema de la angustia, del conflicto que sacudió al octogenario filosofo donostiarra en la primavera de 1982 gira en torno al problema del alma humana y su implicación con la idea de Dios, lo que obligó a Zubiri a replantearse todo lo sostenido hasta aquel áspero momento. Insisto: no se lo pierdan.

La cuarta y última sección seguramente resulte la más complicada de todas. El primer asunto que aborda tiene que ver con la relación entre Ciencia y Filosofía. La Filosofía tiene su propio ámbito de reflexión con respecto a las ciencias. Sin embargo, no tiene sentido ponerse a filosofar al margen del desarrollo científico. Aquí Zubiri nos muestra una conocida singularidad: su experto conocimiento en Matemáticas, en la nueva Física, en Biología etc. No es posible ignorar los datos de la ciencia si se quiere, como es el caso, afrontar el problema de la realidad. Y el segundo asunto aborda un asunto netamente metafísico: el problema de la sustancia en Zubiri. Diego Gracia reparte su esfuerzo por explicar este asunto en tres momentos: el haber, la cosa-realidad y la actualidad. No tenemos posibilidad ahora de extendernos en cada uno de estos conceptos.

Terminamos: han pasado tres décadas desde Voluntad de verdad. Para Leer a Zubiri hasta este El poder de lo real. Leyendo a Zubiri. Diego Gracia lleva todo este tiempo enseñándonos a leer a Zubiri y no de cualquier manera, sino bien a fondo, tampoco cualquier aspecto de su pensamiento, sino lo más prolífico. El autor orienta con lecturas y facilita sesgos madurados tras un intenso trato con todo lo que concierne a Zubiri: su pensamiento, su obra y su persona. Nuestras universidades y nuestros centros de secundaria están repletos de convencidos antizubirianos (por decirlo de algún modo) que no tienen leída ni media página de alguna de sus obras. Y este nuevo libro de Gracia debería estar dedicado a todos ellos. De hecho, el autor reconoce que «Mi gran deseo al publicarlo es que su lectura vaya más allá del texto que yo he escrito, de modo que el lector pueda dar el salto desde el libro a los propios textos de Zubiri» (Introducción, p. 25). Pues eso: en esta faena estamos.

Jesús Ramírez Voss es doctor en Filosofía y autor de La generación decisiva. La idea de filosofía en la escuela de Madrid (Madrid, Xorki, 2016).

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Ficha técnica

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