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El poliedro lingüístico

Lingüistas de hoy. Profesiones para el siglo XXI

Sheila Queralt Estévez (coord.)

Síntesis, Madrid, 2023

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Desde hace ya unos años los profesionales de la lengua (sobre todo los que trabajamos en el mundo digital) recibimos peticiones de profesores universitarios que solicitan intervenciones ante sus alumnos, o artículos, para exponer las «nuevas salidas profesionales» que tienen en España carreras como Lingüística, Filología, Traducción, Comunicación, e incluso Psicología, Historia, Sociología y Antropología…

La razón es evidente: por una parte combatir la bajada de matrículas que muchas de estas carreras llevan tiempo experimentando, por la vía de recalcar el creciente número de áreas de trabajo que se abre ante ellas. Por otra parte, hay que reconocer que la estructura tradicional de las titulaciones, parcheada con un aluvión de máster no siempre bien elegidos ni realizados, poco tiene que ver con una realidad social y laboral en constante cambio y crecimiento.

Por todos estos motivos, es oportunísima la aparición de este volumen colectivo en el que una treintena larga de autores se reparten una serie de áreas en las que el trabajo de los lingüistas hoy es necesario (o debería serlo). Vaya por delante la felicitación a la coordinadora Sheila Queralt, conocida especialista en lingüística forense, y a la editorial Síntesis, que tiene un excelente catálogo en Lingüística, entre otras áreas. Los volúmenes colectivos, y más con tantos autores, suelen ser una pesadilla para sus coordinadores y editores, lo que explica que no abunden. Pero hay que adelantar que este sale globalmente triunfante de su difícil cometido. Sus capítulos, que tienen una estructura común (presentación de la materia, formación y perspectivas futuras), se agrupan en ocho partes: la web de la editorial contiene el índice íntegro. Cada capítulo se completa con unas «Lecturas recomendadas» que figuran en el volumen impreso, mientras que el total de la bibliografía (unas 1200 entradas) está disponible exclusivamente en la misma web, para reducir de extensión el volumen.

Si quisiéramos hacer un rápido (y abusivo) resumen del panorama dibujado habría que decir que en su mayoría los lingüistas de hoy deberían ser expertos en crear o revisar o utilizar corpus, que tendrán que disponer de nociones de informática, o facilidad para trabajar con equipos de informáticos, que su objetivo sería la creación de productos (aplicaciones o programas) que sirvan para determinados fines empresariales o institucionales, y que mayoritariamente trabajarán (como autónomos o integrados en equipos) para editoriales, instituciones internacionales o locales, o para las grandes empresas tecnológicas norteamericanas; aparte de esto, tendrán posibilidades en pequeñas empresas locales (start-ups), y siempre tendrán abiertas las vías de la investigación y de la enseñanza. Como colofón hay que añadir que el desembarco de técnicas de inteligencia artificial en casi todas las áreas probablemente condene a los profesionales de la lengua a un papel ancilar de alimentación y supervisión de procesos que ya no controlarán.

La parte I, «Edición, corrección y asesoría» se inicia con el capítulo «Lexicógrafa y terminóloga» (en un volumen coordinado por una mujer, y con una presencia abundante de autoras, muchas profesiones están enunciadas en femenino). Ambas tareas son ejemplos clásicos de la tradicional «lingüística aplicada», y su importancia, reforzada por el hecho de que ahora aprovechan medios digitales, no ha hecho más que aumentar. Los capítulos dedicados a la edición y a la corrección versan sobre actividades más familiares para la mayoría de los lectores. El capítulo final, «Lingüista especializada en comunicación política», se centra en la retórica al servicio de la propaganda y publicidad de partidos y gobiernos. Con gran solapamiento con el capítulo de psicolingüística cognitivista, tal vez debería haber figurado mejor en «Miscelánea».

La parte II, «Enseñanza», se inicia con «Especialista en didáctica de la lengua» (orientado a la enseñanza escolar de la primera lengua): en el cruce entre lingüística y pedagogía, le competería la programación docente, elaboración de textos, evaluaciones… El «Especialista en enseñanza de lenguas» se ocupa de las segundas lenguas, estableciendo niveles de dominio, descripciones contrastivas con lenguas determinadas, técnicas para simular la inmersión… Precisamente en este contexto surge la actividad de un «Coach de pronunciación del inglés como lengua adicional», que con base en la fonología y la fonética, se encargará de refinar la emisión y la comprensión con nativos o entre hablantes internacionales.

La parte III, «Traducción, interpretación y accesibilidad» comienza con la muy familiar traducción, aunque aquí incluye la audiovisual y la de videojuegos, mucho menos conocidas. Este capitulo hace asimismo una síntesis de ventajas e inconvenientes del trabajo en régimen de autónomo, que puede ser útil también para otras áreas profesionales. La interpretación se divide en «Intérprete de conferencias» (simultánea o consecutiva) e «Intérprete de lengua de signos». La «Técnica de accesibilidad comunicativa» trata de vencer las barreras físicas (ceguera, sordera), o cognitivas que impiden que un mensaje a veces multimedia alcance a su destinatario. En este contexto aparece el concepto «lenguaje fácil de entender», o «lenguaje claro», que se está abriendo paso en prácticas y leyes para favorecer la comunicación de las instituciones con los ciudadanos. Igualmente, y por extensión, la accesibilidad abarcaría el diseño de la experiencia de usuario en sitios web. Como se ve, desde los subtítulos hasta la sintaxis cualquier usuario, discapacitado o no, se puede beneficiar de la mejora en accesibilidad. Por último el «Especialista en traducción automática» intervendrá en los sistemas basados en reglas (los clásicos) o en los basados en corpus (con técnicas de inteligencia artificial) evaluándolos, enriqueciéndolos, o contribuyendo a ampliar su alcance. Este capítulo incluye un útil recordatorio de la tareas que exige la creación de un corpus, que también serán útiles para otras aplicaciones. Este capítulo no cuenta con información ni sobre formación ni sobre trabajo en esta área.

La parte IV, «Cerebro y cognición», comienza con la especialidad de «Lingüística clínica», que pone los saberes lingüísticos al servicio de la rehabilitación de problemas genéticos, orgánicos o funcionales que impiden la plena inserción del sujeto en la situación comunicativa. Aparecido históricamente cerca del campo de la logopedia, se ha ido extendiendo para tratar múltiples patologías del habla y el lenguaje. Sin embargo, el lingüista clínico no evalúa, no diagnostica y no interviene, tareas que son específicas de los logopedas, aunque sí ―se nos dice― puede y debe trabajar con ellos. El «Psicolingüista», por su parte, trabaja en el cruce de las técnicas más puramente lingüísticas y las psicológicas (como tiempos de reacción, errores), incluyendo las aportaciones médicas, como la electroencefalografía. En su campo propio están la información morfosintáctica (cómo el diccionario mental construye significado composicional), la atención, la memoria o la toma de decisiones. En segundo lugar, la adquisición de la primera o segunda lengua como vía para analizar las dificultades de aprendizaje y de lectoescritura. Aunque la lectura y escritura no han interesado tradicionalmente a los lingüistas (puesto que no son procesos naturales, sino culturales), en este contexto mixto cobran gran importancia. La especialista en «Psicolingüista en la perspectiva cognitivista» no se ocupa tanto de los elementos del lenguaje (estructuras, conceptos), como de los mecanismos específicamente humanos (memoria, atención, imaginación, emoción) con los que se usan. Se ocupa de cuestiones que aparecen ya en el siglo XVIII, como la universalidad y particularidad de las lenguas, la relación entre lenguaje y pensamiento, entre lenguaje y cerebro, y el origen del lenguaje. Este ambicioso tipo de multidisciplinariedad exigiría tener en cuenta las aportaciones de otras áreas científicas, y atendería también a cuestiones como la prosodia y gestualidad de los hablantes, su conocimiento del mundo y la imbricación de los significados en su corporeidad. Por esta razón esta perspectiva destaca en el estudio del uso figurado de la lengua (por ejemplo, la metáfora), de la iconicidad, o relación no arbitraria entre signo y significado (patente en palabras como chiquitín u orondo), y de la multimodalidad (aspectos visuales o gestuales que acompañan los enunciados orales). En cuanto a salidas profesionales, no extrañará su aplicación al mundo de la publicidad, con su movilizacion de contenidos no explícitos o traslaticios. También puede educar a miembros de las fuerzas de seguridad en sus interacciones con testigos o sospechosos, y al personal médico para sus relaciones con los pacientes (controlando por ejemplo las metáforas para el cáncer). La creación de robots humanoides se beneficiará de los estudios de comunicación multimodal entre humanos. Como se ve, un amplio y rico horizonte. «Desarrolladora de herramientas para niños con dislexia» estudia una aplicación clínica para paliar la dislexia (dificultad en el reconocimiento de palabras escritas, y problemas en la lectoescritura) a través de la lingüística computacional. A través del análisis de errores, se muestra la creación de un videojuego específico de refuerzo de los aspectos más problemáticos.

La parte V, «Derecho», comienza con «Lingüista forense», que es la que analiza lo que los hablantes indican sobre sí mismos al usar el lenguaje, ya sea oral o escrito. Así, podrán estudiar grabaciones o muestras escritas para determinar si comparten autoría con otras. Pero incluso en producciones impresas o mecanografiadas, podrán averiguar el nivel cultural del autor y quizás rasgos de procedencia. Una de sus capacidades será determinar la existencia o no de plagio en una obra dada, pero también podrá aportar su saber en casos de ciberacoso o ciberestafa. En interrogatorios con intérprete se le requerirá para atestiguar la fidelidad de la traducción. También podrá determinar si una pregunta en un interrogatorio (o en un examen) es ambigua. Basten estas muestras para demostrar el amplísimo abanico de casos en que puede intervenir, y lo amplio de los saberes que moviliza. El «Especialista en lenguaje jurídico» parte del hecho de que el derecho es fundamentalmente lenguaje especializado, cuyas raíces tienen siglos de antigüedad, y que posee un léxico, una sintaxis y unas fórmulas propias, ya sea en leyes, en sentencias o en declaraciones de testigos. Dado que lo que se conoce festivamente como legalés propende a la oscuridad, no extrañará que una de sus tareas sea conseguir que los textos se acerquen al ideal del «lenguaje claro». El «Especialista en lingüística procesal» velará por que los principios de la retórica (el arte de persuadir por la palabra) actúen tanto en sus intervenciones orales como en las escritas, tanto en la etapa preprocesal como en la procesal. También velará por que en el interrogatorio ante el tribunal no se usen preguntas capciosas o que presupongan hechos no probados: en suma, cuidará el aspecto comunicativo de la acción legal. La «Desarrolladora de herramientas para la redacción de textos jurídico-administrativos» creará programas para la redacción asistida y la revisión lingüística del lenguaje jurídico utilizando el procesamiento del lenguaje natural. El fin de nuevo será el «lenguaje claro». Para el español, hay herramientas que evalúan la claridad de un texto y otras que asesoran en la redacción de tipologías concretas de documentos (contrato, requerimiento…). Así, pueden detectarse y corregirse frases demasiado largas, usos inusuales de estructuras gramaticales, siglas no explicadas… El reto es conseguir que los organismos implicados utilicen estas ayudas, para conseguir los fines del reciente manifiesto «Por un lenguaje claro en la Administración».

La parte VI, «Tecnologías del lenguaje» se abre con la «Especialista en procesamiento del lenguaje natural», que señala que el 80% de los datos de empresas y administraciones son no estructurados y mixtos (audio, imagen, texto). Convertirlos en materia analizable por las máquinas es el objetivo de la técnica de inteligencia artificial conocida como PLN, procesamiento del lenguaje natural. Las distintas tareas que surgen en la interacción persona-ordenador exigen diferentes recursos, tanto si se orientan a la comprensión de la lengua escrita o hablada (en sus distintas variedades y dialectos) como si tienen como fin la producción de enunciados. El primer paso suele ser la creación de corpus relevantes, a los que se pueda aplicar el aprendizaje supervisado (machine learning) o el aprendizaje profundo (deep learning). Pero las técnicas de inteligencia artificial exigen la supervisión constante de humanos. La «Especialista en análisis de sentimientos» trabajará para que los contenidos subjetivos, emocionales o evaluativos sean detectables automáticamente, aunque movilicen recursos metafóricos, irónicos, etc. Su objetivo será asignar, a partir de grandes corpus tratados con IA, un juicio de valor (positivo o negativo) para determinados enunciados, lo que tendrá gran utilidad para márketing o para análisis político. La tarea del lingüista será tanto formar estos corpus como ir evaluando los resultados. La «Especialista en tecnologías del habla» trabajará básicamente en tres campos: caracterización del locutor (género, edad, pero también emociones), reconocimiento del habla (conversión a texto) y síntesis del habla (conversión texto-voz). Salta a la vista que los asistentes personales digitales se benefician directamente de estos saberes, pero también hay aplicaciones médicas (detección del alzhéimer, o incluso delictivas (remedar una voz concreta con fines de engaño).

La parte VII, «Historia y sociología» está dedicada a disciplinas de perfiles claros, presentes hace mucho en la universidad. En «Historiadora de la lengua» se glosa la larga historia de la materia, entre cuyas salidas profesionales se cuenta la divulgación y el trabajo con archivos y bibliotecas, junto a pertenencia a comités editoriales y publicaciones como especialistas, que en modo alguno son privativos de esta especialidad. «Antropolingüista», con mayor presencia sobre todo en la academia estadounidense, se dedica a la documentación de lenguas no descritas, el estudio de las prácticas lingüísticas (desde el arte verbal al multilingüismo o el surgimiento de lenguas criollas), aspectos cognitivos, como la importante cuestión de la categorización, y por último la relación entre variedades lingüísticas y prestigio. Como se ve, todas cuestiones que se solapan con otros campos ya vistos. Su práctica se presenta como valiosa para la gestión de los conflictos lingüísticos y de las lenguas amenazadas, y presenta el trabajo de campo como herramienta metodológica fundamental. «Sociolingüista» es otro campo interdisciplinar, que se ocupa de la significación social (clase, género, etc.) de rasgos del lenguaje. Así, estudiará las creencias de los hablantes sobre el valor de las distintas variedades, y cómo se activan para diferentes propósitos. Como consecuencia, tendrá aplicación en el ámbito de la política y planificación lingüísticas (desde el plurilingüismo intrafamiliar a las instituciones supranacionales). Aquí también hay una tendencia al uso de métodos etnográficos, como el trabajo de campo, en aras de lograr descripciones densas, por ejemplo en el estudio de la estratificación del alumnado en un centro educativo. «Sociolingüista especializada en género» aborda el estudio de las interacciones orales entre los géneros (turnos de palabra, interrupciones, vocabulario), es decir, una suerte de «análisis del discurso», en el contexto laboral, o en las importantes interacciones médico-paciente. Les competen los planes de igualdad en el ámbito administrativo o empresarial, y las guías de trabajo inclusivo. Como muestra de la dispersión académica de funciones sociales, estos especialistas se pueden integrar en departamentos de lingüística, lenguas, comunicación, periodismo, psicología, humanidades o educación.

La parte VIII y última, «Miscelánea», comienza con la para muchos sorprendente especialidad de «Creador profesional de lenguas»: precisamente una de las virtudes de este volumen es abrir los ojos a nuevas realidades de trabajo. Se distingue una creación diríamos «filosófica» (que intenta resolver conflictos sociales mediante una perfecta lengua universal) de otra orientada a la creación de mundos en la ficción, sea literaria, cinematográfica o de videojuegos. Y en ambos terrenos hay creaciones por parte de aficionados y de lingüistas profesionales. En la actualidad, y con el desarrollo de grandes sagas fílmicas, como Star Trek o Juego de tronos, hay un extenso trabajo de creación (en el que no falta la forja de sistemas exóticos de escritura) llevado a cabo por lingüistas. Por último, la comunicación extraterrestre requerirá de esta disciplina, como reflejó muy bien la película Arrival. El «Asesor estadístico para estudios lingüísticos» realiza una tarea con más de un siglo de antigüedad, y que no se ha acabado de identificar con la lingüística, a pesar de su utilidad para trabajos de autoría, estilística, e incluso a aplicarse al diseño del teclado de la máquina de escribir. Hoy en día tiene utilidad para la creación y explotación de corpus especializados (como glosarios terminológicos), así como para la confección de materiales didácticos. «Divulgadora de lengua» es la última profesión de la obra, a la que compete la «democratización del conocimiento científico». El capítulo se extiende en explicar técnicas de posicionamiento en la web, pero no entra a analizar la importante cuestión de qué áreas de la lingüística son objeto de mayor divulgación y por qué (etimología y fraseología, por ejemplo, son abundantes), y ni menciona el caso de la única revista de divulgación de lingüística de nuestro entorno, Archiletras. En el «Epílogo» la lingüista y divulgadora Estrella Montolío, a la que se debe el reciente manifiesto de «lenguaje claro», recuerda dos terrenos en los que la investigación lingüística es imprescindible: la adecuación comunicativa de los asistentes digitales, y las interacciones dentro de videojuegos. Por último, presenta la lucha por el lenguaje claro en la comunicación con la Administración y las empresas como una meta ineludible.

El lector del volumen se encontrará con la rica y compleja realidad de una disciplina que no tiene unos perfiles muy claros en el conjunto de las titulaciones contemporáneas. Habrá visto cómo la enseñanza formal será solo una parte ―mínima a veces― de la formación requerida, y habrá comprobado su carácter interdisciplinar. Desde el punto de vista profesional, verá que hay terrenos en los que, aun pudiéndose beneficiar del concurso de un lingüista, las prácticas habituales no lo contemplan, y que hará falta un trabajo de concienciación de las empresas y administraciones. Pero también descubrirá salidas profesionales insospechadas a las que puede llevar una formación lingüística.

Por otra parte, el lector no especializado que haya llegado al final de esta relación, forzosamente telegráfica, habrá comprobado cómo el carácter universal de la lengua hace que sus especialistas tengan una presencia clara en múltiples rincones, desde la enseñanza de la escritura a la política lingüística, desde la interacción con autómatas a los usos de la publicidad, desde los interrogatorios policiales a las metáforas de las enfermedades. Hay muchos terrenos que son lenguaje, y hay un conjunto extraordinario de especialistas y disciplinas que están explorando sus posibilidades. Demostrarlo pormenorizada y razonadamente ha sido el complejo objetivo que se ha propuesto este volumen, y que ha resuelto de forma brillante.

El índice de la obra puede consultarse en: https://www.sintesis.com/libro/linguistas-de-hoy

José Antonio Millán es autor de Antonio de Nebrija, o el rastro de la verdad (Galaxia Gutenberg) y acaba de aparecer Los trazos que hablan. El triunfo y el abandono de la escritura a mano (Ariel).

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