A quienes nos parece un horror el Toro de la Vega, en Tordesillas, y un estúpido despilfarro la Tomatina, en Buñol, podemos consolarnos con The Lychee and Dog Meat Festival, que se celebra anualmente en Yulin, provincia de Guangxi, durante el solsticio de verano, a lo largo de diez días, que consiste en consumir la carne de entre diez mil y quince mil perros. Me he topado con la existencia de este festival al leer una carta de protesta publicada en la revista Science con la firma de una decena de científicos chinos adscritos a dos centros de investigación de Pekín, carta que traduzco a continuación:
El 21 de junio, los residentes de Yulin celebraron el notorio Festival de la Carne de Perro de este año entre una intensa crítica por parte de los grupos a favor de los derechos de los animales. A menudo se asume erróneamente que este festival es una antigua tradición china. De hecho, empezó en 2009 y se organiza por individuos y negocios sin apoyo de los gobiernos local y estatal.
Los perros para el festival se adquieren principalmente a través del mercado clandestino en China. Además de los temores relativos al bienestar animal, el comercio ilícito pone en riesgo a los humanos, al facilitar la difusión de enfermedades. Los niveles de esterilización y de vacunación son muy bajos en la China rural, y la captura, transporte y comercialización de perros abandonados exacerbarán probablemente las preocupaciones sanitarias ya existentes.
Apelamos a todos los chinos amantes de los animales para que promuevan la legislación que prohíba el festival. Haciendo esto, podremos impulsar a un tiempo el bienestar animal y proteger de la enfermedad a los humanos.
Aunque los organizadores del festival aseguran que los animales son sacrificados «humanamente» y que «comer carne de perro no es distinto de comer carne de cerdo o de vacuno», lo cierto es que las abundantes imágenes del festival disponibles en Internet parecen desmentir lo del trato humano. La segunda aseveración sería más difícil de discutir, dadas las grandes diferencias culturales que nos separan de ese país, en el que se ha consumido carne de perro durante siglos. Según algún testigo, no sólo se consumen perros callejeros, sino incluso mascotas, a las que se exhibe sin siquiera quitarles el collar. Las autoridades se lavan las manos, negando que apoyen el festival y asegurando que sólo una pequeña fracción de los habitantes de Yulin participan en él. En ese caso, parece no caber duda de que cada uno de ellos debe de comer varios perros al día.
Estamos ya bien entrados en el siglo XXI y va siendo hora de que acabemos con tantas tradiciones bárbaras, reales o inventadas. Como suele decirse, con las cosas de comer no se juega.
