Bergamín en un aforismo
¿Cabe un poeta en un verso? Parecería que sí, cuando nos vienen algunos a la memoria: en «No es sordo el mar (la erudición engaña)», nos resuena todo Góngora; «¿A dónde el paraíso, Sombra, tú que has estado?», parece contener toda la nostalgia de Alberti: «Serán ceniza, mas tendrá sentido», encierra entero, vida y obra, a Quevedo. Bergamín quiso, en uno de sus brillantes, ingeniosísimos ensayos que escribiera a comienzos de los años treinta, encerrar a todo Lope en un verso, el mismo que luego haría suyo Federico Nietzsche: «Yo me sucedo a mí mismo». ¿Podría encerrarse a Bergamín en uno de sus aforismos? Yo lo intentaría en uno que, recogido ahora en este libro editado por el profesor Nigel