
Crónica del final de la Unión Soviética
Permítame el lector o lectora que comience con un recuerdo personal: el año 1986, justo al comienzo de la perestroika, llegué al Madrid del final de la movida para estudiar Historia en la Universidad Complutense. Animado por los cambios que Hélène Carrère D’Encausse tan bien describe en este libro, comencé a estudiar ruso y decidí dedicarme a la historia de esa parte de Europa entonces tan desconocida. Eran tiempos en los que, aunque el Partido Comunista de España se había hundido y el desencanto había hecho mella en los estudiantes, que estaban escasamente politizados, aún existían corrientes muy poderosas que seguían considerando al comunismo y a la Unión Soviética como algo propio, cercano, como un modelo a imitar. Nadie podría haberse imaginado por aquellas fechas que cuando aquella promoción, la mía, terminara los estudios, se encontraría con que el grandioso imperio soviético se había derrumbado y, de pronto, la Unión creada por Lenin y los suyos habría pasado a la historia.