Releer a Giordano Bruno
Hace poco más de cuatrocientos años, el 17 de febrero de 1600, Giordano Bruno, tras un largo proceso, moría condenado en la hoguera. En su caso participó, en 1593, el jesuita Roberto Bellarmino, más conocido por su intervención en otro proceso famoso, el de Galileo. Pero la similitud de ambos procesos va más allá de la participación en ellos de ciertas personas, y remite a una idea común: la hipótesis heliocéntrica es aceptada por la Iglesia siempre que sirva para explicar los fenómenos naturales, pero no si pretende afirmarse como verdadera. Galileo, sabido es, rectificó. Bruno, en cambio, eligió en cierto modo morir. Conminado a abjurar de su concepción copernicana del universo infinito y de su relación con la divinidad,