La poesía póstuma de Charles Bukowski: a medida que el espíritu se desvanece, la mierda aparece
Editar poesía no es nada del otro mundo: pasa a diario. Ahora bien, hay correcciones normales y correcciones atroces y lamentables. Se han dado casos famosos de correcciones desmesuradas, como por ejemplo cuando Maxwell Perkins editó la obra de F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y Thomas Wolfe, o como cuando Gordon Lish hizo lo propio con la de Raymond Carver. Ambos reescribieron, recortaron y eliminaron párrafos enteros sin miramiento alguno. Hay quienes dicen que mejoraron así el texto original, mientras que otros aseguran que lo deslucieron y echaron a perder. Para no variar, la belleza es subjetiva.
De los veintitrés poemarios que compiló y publicó John Martin, el editor de toda la vida de Charles Bukowski, once aparecieron mientras el autor aún vivía y los otros doce se publicaron a título póstumo. Los diez últimos poemarios póstumos, desde Lo más importante es saber atravesar el fuego (trad. de Eduardo Iriarte, Barcelona, La Poesía, Señor Hidalgo, 2002; Madrid, Visor, 2015) hasta El padecimiento continuo (trad. de Silvia Barbero, Madrid, Visor, 2010), sufrieron drásticos cambios editoriales.