
El raro ingenio
El placer sostenido que proporcionan las muchas páginas del libro de Caballero Bonald me llevó a un Examen de ingenios anterior, al que el escritor jerezano alude en su nota previa: «El hecho de que el título de este libro copie el del muy divulgado tratado de Huarte de San Juan no tiene otro sentido que el de una oportuna coincidencia onomástica». La alusión, más críptica en lo breve, me hizo recordar que hace casi tres décadas, por la curiosidad de su título, había yo comprado, empezado a leer y abandonado, dejándolo a resguardo en la estantería de inclasificables, el antes para mí desconocido primer Examen de ingenios de nuestra literatura, obra del médico navarro Juan Huarte de San Juan, prologado y copiosamente comentado en 1989 por Guillermo Serés dentro de la colección Letras Hispánicas de Cátedra. En su día, lo compruebo ahora, sólo llegué hasta el final del capítulo IV, la página 247 de un total de 724, donde seguía un marcador de la época señalando una voluntad interrumpida; pero ahí estaba el libro, con la fidelidad corpórea de las bibliotecas de papel, y esta vez, casi treinta años más viejo yo, he dado cuenta no diré que de todos los renglones de la edición ejemplar de Serés, pero sí de la mayor parte del compendio del aplicado doctor nacido en la población de San Juan del Pie del Puerto.