
1917: la Revolución Rusa y su época
La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa fueron los acontecimientos seminales del arranque del siglo XX, ambos con consecuencias enormemente destructivas. Habrían de tener profundas repercusiones en las décadas posteriores y sus resultados indirectos perduran incluso en el siglo XXI. La Primera Guerra Mundial dio lugar al totalitarismo comunista y al fascismo y, en última instancia, a un conflicto global incluso mayor y más costoso. Las consecuencias combinadas de estas múltiples catástrofes produjeron más adelante la Guerra Fría, que no concluiría hasta 1991, una fecha invocada por algunos historiadores como el cierre del «breve siglo XX» de Europa iniciado en 1914.
La revolución en su consumación bolchevique puso fin al desarrollo orgánico de una importante cultura mundial, la de la Rusia ortodoxa, y produjo el nuevo modelo de la dictadura de partido único, el totalitarismo estructural y el comunismo de Estado, cuyos efectos siguen sintiéndose en partes fundamentales del mundo aún a día de hoy, adoptando su forma más destructiva en el caso del Estado canalla de Corea del Norte. El intento de crear una Rusia liberal y democrática después del comunismo ha demostrado ser un fracaso. En el siglo XXI, Rusia no es, en ciertos aspectos esenciales, ni tan libre ni tan progresista como lo era en 1914. Ha resultado ser extremadamente difícil trascender por completo los efectos de 1917.