
La vieja Biblia socialista
Mientras el mundo católico europeo reaccionaba contra el industrialismo con la fundación de la Unión de Friburgo (1884) y la publicación por León XIII de la encíclica Rerum novarum (1891), simultáneamente, una parte del cristianismo protestante expresaba también su rechazo al capitalismo y al fenómeno que Arnold Toynbee bautizó como la Revolución Industrial. En ambos casos se trataba de poner de manifiesto la incompatibilidad del sistema de mercado con algunos preceptos morales del cristianismo, así como de incorporar al ideario social y económico la concepción del hombre como ser transcendente con un fin último en Dios. Para ser verdaderamente humana, la sociedad y su sistema económico habían de basarse en supuestos antropológicos de carácter religioso. La crítica protestante al sistema de mercado nunca alcanzó la influencia de la Doctrina Social de la Iglesia católica, que llegó a convertirse en un programa de gobierno en diversos países, pero tuvo una influencia decisiva en la socialdemocracia laborista.