
El escalofrío Trump
Hace aproximadamente un mes, el 18 de septiembre de 2016, una bomba casera explotó en el barrio de Chelsea en Nueva York, mientras que otra era descubierta sin explotar a corta distancia. La policía detuvo unas horas después a quien, según indicios concluyentes, parecía ser el autor de ambos artefactos y de su colocación, un individuo de veintiocho años naturalizado estadounidense y oriundo de Afganistán llamado Ahmad Khan Rahani. En plena campaña electoral para las elecciones presidenciales del 8 de noviembre, la candidata demócrata, Hillary Clinton, en tono sombrío, animó a sus compatriotas a que continuaran con la normalidad de sus vidas sin dejarse amedrentar por la amenaza terrorista, al tiempo que ofrecía garantías sobre la capacidad del país para enfrentarse con éxito al flagelo de la violencia terrorista, tanto dentro como fuera del país. Por su lado, el candidato republicano, Donald J. Trump, afirmaba que el atentado era una consecuencia de la permisiva política estadounidense sobre emigración, reiteraba la necesidad de que los inmigrantes, particularmente los de religión musulmana, fueran objeto de investigación pormenorizada y expresaba de nuevo su convicción de que el único sistema viable para luchar contra el terrorismo islámico era el de «acabar con todos ellos».