Rivalidades
Aunque Wagner fue su dios absoluto desde que escuchó, literalmente extasiado, Tristan und Isolde en 1865, Anton Bruckner contradijo la funesta profecía de su maestro espiritual –la muerte de la sinfonía decretada en Oper und Drama– y cimentó su fama en un exiguo pero imperecedero puñado de obras sinfónicas.