Supervivientes
Hace tan solo un siglo, la viola da gamba era un instrumento muerto y enterrado. Nadie la tocaba, nadie sabía siquiera cómo hacerlo, nadie conocía cómo era el sonido que producía, y no se trataba en modo alguno de un caso excepcional. A lo largo de la historia de la música occidental, los instrumentos se han visto involucrados, sin quererlo, en una suerte de proceso de selección natural en el que sólo lograban sobrevivir los más fuertes, o los que mejor se adaptaban al nuevo entorno.