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Espacio e identidad social en Londres

Crafting Identities: Artisan culture in London, c. 1550-1640

Jasmine Kilburn-Toppin

Manchester University Press, Manchester, 2021

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Comencemos por el final. El fuego que arrasó Londres a comienzos de septiembre de 1666 produjo pocas bajas humanas, pero se llevó por medio 177 hectáreas ―el 83 por ciento de la superficie urbana―, más de 13.000 casas, la catedral de San Pablo, varias instituciones públicas (las emblemáticas Bolsa, Aduana y Correos), así como 44 sedes gremiales. De estas últimas, solo se salvó la cocina y la cripta de la casa de los sastres, que databan del siglo XIV y aún se mantienen en pie. Sorprendentemente, la ciudad y sus gremios se levantaron muy rápido de su ruina. Hacia 1673 ya se habían reconstruido más de tres cuartas partes de las sedes corporativas.  

¿Cómo fue posible una recuperación tan extraordinaria? Si seguimos el libro de Jasmine Kilburn-Topin lo descubriremos también rápidamente, pues fueron el poderío económico y la fortaleza colectiva de los artesanos las que lo hicieron posible. La riqueza material de los menestrales de Londres es un hecho probado desde la baja edad media, y tuvo entre otras muchas plasmaciones la gestación de un espacio propio, que acabó convirtiéndose en un signo distintivo de esos mismos artesanos. A diferencia de sus colegas continentales, que solían celebrar sus reuniones en capillas de iglesias o conventos, los londinenses apostaron por su autonomía a la hora de tener espacios propios. El hecho de compartir un lugar fraguó lazos de unión ―unas «costumbres en común»― que teniendo el oficio como nexo principal acabaron modelando una identidad artesana.   

Tal vez sobre decir que el libro de Jasmine Kilburn-Topin trata sobre el espacio social. Y se inscribe en una línea de investigación que tiene ya una importante singladura. No en vano, entre los muchos giros historiográficos acontecidos en las últimas décadas, el espacial ha sido probablemente el más silencioso, pero también el que más y mejores frutos está dando. A los trabajos ya clásicos de Henry Lefebvre, David Livingstone o Michel de Certeau, y a los más recientes de Dillon, Gowing o Nevola, se suma ahora este original Crafting Identities. Artisan Culture in London, c. 1550-1640, estudio que entronca además con la febril actividad investigadora que se viene desarrollando en Inglaterra sobre los artesanos, en general, y los gremios, en particular.

Vayamos por partes. El libro tiene dos claramente diferenciadas; por un lado, los tres primeros capítulos despliegan la idea central de la autora: la estrecha relación entre conocimiento artesano, base material, espacio e identidad. El primer capítulo analiza la relación entre conocimiento artesano y espacios de producción (incluyendo talleres individuales y sedes institucionales de los gremios). El segundo, enlaza el estudio del conocimiento práctico y teórico de los artesanos, con el de la identidad menestral. El tercero, indaga en los espacios artesanos más allá del taller, allí donde se desplegaron unas culturas del conocimiento propias de los artesanos y donde se logró alcanzar una dimensión colectiva del oficio. Por otro lado, los cuatro capítulos restantes desarrollan temas que derivan de los capítulos iniciales, pero no son meros apéndices, pues examinan detenidamente los cambios y permanencias de los edificios y la propia organización material interna de las sedes gremiales.

La estructura precisa de su libro permite a la autora rellenar el vacío historiográfico existente sobre las prácticas culturales artesanas. Y para ello nada mejor que acudir al estudio del espacio en el que operaban los artesanos, línea de investigación que facilita conocer la cultura material y el estatus social e intelectual de los trabajadores manuales londinenses. Porque lo que se defiende es que los artesanos no fueron sujetos pasivos en la construcción del Londres de comienzos de la edad moderna. A nivel espacial crearon sus propios edificios, negociaron entre ellos y con la propia corona los lugares donde construir o remodelar sus sedes, y crearon jerarquías en el uso del espacio en el que se asentaban y donde se lanzaban a reafirmar la reputación del colectivo artesano. Incluían o excluían el acceso a esos espacios dependiendo del prestigio, la edad o el sexo; o dicho de modo, salvaguardaban selectivamente ese bien tan querido por los menestrales que era el secreto. En suma, fueron capaces de participar en el diseño y uso posterior del espacio y en la negociación social que a la postre culminaría con la construcción espacial del Londres de la época.

En todo este proceso, los artesanos que estudia Kilburn-Topin no aparecen como ciudadanos con derechos políticos, sino como trabajadores que se valían de su experiencia y destreza ―su capital cultural―, elementos que les permitían per se tener un lugar en la vida pública de Londres. Fue su reconocida habilidad surgida del trabajo en los talleres lo que les confirió un lugar prevalente en las instituciones y sociedad urbana del momento. Y esa experiencia y destreza es lo que facilita a la autora ligar su investigación con el candente debate del significado de esa misma experiencia artesana y del papel desempeñado por los artesanos a la hora de compartir las culturas del conocimiento que se estaban desarrollando en Europa a comienzos de la modernidad.                

La apuesta es arriesgada (por lo ambiciosa), pero al mismo tiempo es necesaria. Primero, por rescatar a unas instituciones mal conocidas en la Europa continental ―los gremios ingleses―; segundo, por situar a los artesanos como agentes activos. Pero el caudal de investigación sobre los trabajadores manuales ingleses es ya tan arrollador que la autora camina por terreno firme. De los gremios de Londres ya conocemos sus números, así como el papel hegemónico de sus talleres a la hora de aceptar al grueso de los muchachos ingleses que acabaron siendo sus aprendices (a un ritmo de 4.000 muchachos entrando anualmente en los talleres londinenses). Lo que tal vez no conocíamos tanto es la capacidad de los gremios para modelar el espacio urbano, o el papel de los artesanos en el área de la innovación técnica (algo que gracias a la línea de investigación abierta por Edgard Zilsel parece ser cada vez de más interés, como demuestra la reciente obra editada por David Garrioch, The Republic of Skill. Artisan, Mobility, Innovation, and the Circulation of Knowledge in pre-modern Europe (2022).

Y así, emulando la labor de un taxidermista, Kilburn-Topin analiza tanto la ubicación exterior de las sedes artesanales como sus dependencias internas. Si fascinante es la reconstrucción de los salones centrales de esas sedes, no lo es menos la de sus espacios adyacentes (desde el conocido como el tesoro al desconocido parlour, pasando por las cocinas, las despensas, y todo un intrincado mundo de pasillos y galerías). Todos estos espacios ―y más― se relacionan con funciones propias de las corporaciones, y dejan paso a las asambleas y fiestas que allí se celebraban, al lenguaje subyacente en los regalos y prestamos realizados por los jerarcas de las corporaciones o a los menos nombrados ensayos y exhibiciones técnicas que también tenían lugar allí (como revelan algunos ejemplos de la sede de los plateros, sitio de conocimiento menestral e innovación). Aunque la autora se detiene en especial en algunas sedes, por sus páginas pasan también, entre otras, las de los armeros, barberos-cirujanos, herreros, carpinteros, relojeros, curtidores, cuchilleros, pañeros, tenderos, ferreteros, sastres, merceros, o proveedores de sebo. Tal vez el único debe de esta magnífica obra sobre el espacio sea no haber introducido un plano de la ubicación de todas estas sedes ―solo aparece uno con la de los plateros―, pero, a no ser que otro avatar nefasto como el de 1666 asole la ciudad, tiempo tendrá la autora de deleitarnos en futuras obras con los espacios que se han quedado sin localizar en los planos de este magnífico libro.

José Antolín Nieto Sánchez es profesor de historia moderna en la Universidad Autónoma de Madrid y autor del libro Artesanos y mercaderes. Una historia social y económica de Madrid, 1450-1850 (Madrid, Fundamentos, 2006).

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Ficha técnica

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