A la medida
De Selby, el científico y erudito ficticio de Flann O’Brien, concibió una teoría según la cual la oscuridad, lejos de ser la ausencia de luz, es realmente una acumulación de corpúsculos negros extremadamente pequeños. Yo había atribuido esta maravillosa idea al alegre surrealismo de O’Brien, pero me entero gracias a Pascal Richet, en A Natural History of Time (Una historia natural del tiempo), que en 1896 el físico Gustave Le Bon anunció realmente a la Academia de Ciencias en París el descubrimiento de la luz negra. Es posible que el vorazmente curioso O’Brien se hubiera topado con esta absurdez, una olvidada nota a pie de página en la historia científica. No faltaron rarezas similares a finales del siglo XIX tras