Miguel Herrero de Miñón
El lector, e incluso el crítico, se encuentran ante un libro difícil, apabullante y apasionante. Difícil porque se ha decantado a través del tiempo, al hilo de numerosos trabajos parciales, no plenamente integrados y con frecuentes referencias a otros colaterales. Incluso esta versión castellana desarrolla, respecto de la inicial catalana, algunos nuevos aspectos, lima otros y añade una amplia y sugerente introducción. Apabullante por la inmensa erudición, siempre de primera mano, de la que hace gala. Apasionante por el tema, hoy candente, de la politerritorialidad española. En eso consiste la mejor historia. Repitiendo la metáfora orteguiana, dar, como el atleta, pasos atrás para tomar impulso y saltar mejor. Tan importantes cuestiones se analizan en dos direcciones que sólo la lectura
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