Lo exterior es siempre un interior
Con frecuencia, las exposiciones sobre arquitectura plantean un primer –y, en ocasiones, arduo– obstáculo que todos sufrimos, espectadores, autores y comisarios. La obra de arquitectura no es transportable y necesita llegar a la sala con la mediación o concurso de otra arte capaz de reubicarla. Movilizar el complejo sensorial de la arquitectura utilizando imágenes o textos obliga a un artificio que, sin ser extraordinario, no deja de ofrecer un resultado incierto.