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La Literatura y lo diáfano

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Eran muchos los que a principios del siglo XXI seguían empeñados en anunciar la «muerte de la novela». Lo cierto es que el viejo invento de Cervantes se encontraba, en esos momentos, en los albores de un ciclo de asombroso esplendor.

Las nuevas novelas, llamadas a veces abreviadamente LL («Literatura Libre») desarrollaron un arte de contar historias cuya intensidad poética, imaginativa y filosófica apenas tenía paralelo en el pasado.

La Literatura Libre manifestaba su libertad no sólo en los sorprendentes laberintos e irisaciones de sus tramas, sino también en su decisión de ir más allá de los géneros y de las distinciones real/fantástico, culto/popular, prosa/poesía.

La evolución de la Literatura Libre estaba unida a otro fenómeno de trascendental importancia: el desarrollo de la conciencia humana, que tuvo su inicio ya en las primeras décadas del siglo XXI.

En esta época, sobre todo como consecuencia del descubrimiento de las Tres Regiones Desconocidas del interior de la psique, el arte en general (pintura, performance, música, teatro, danza, escultura, junto con los distintos híbridos y formas emergentes) se hizo, por así decir, artístico de nuevo: artístico AL FIN.

Lo cierto es que el nuevo entendimiento de la naturaleza de la imaginación y de la atención trajo un interés renovado por las características intrínsecas de los lenguajes del arte. Se habló de una «muerte de la mímesis», pero esta caracterización era errónea y desenfocada. No se trataba de que el arte ya no quisiera representar nada, sino más bien que pretendía representarlo todo.

A fines del siglo XX hubo muchos que afirmaron que el hombre estaba desapareciendo, un diagnóstico que muchos confirmaron a principios del milenio siguiente. Pero el hombre no estaba desapareciendo: lo que sucedía en realidad era que se estaba haciendo transparente.

A través de este hombre transparente era posible ver  a los otros hombres y también el mundo. El nuevo hombre transparente era igual que el anterior: la única diferencia era que éste dejaba pasar la luz.

Se trata, por lo tanto, de hacer transparente a todo el ser humano y no de la mera descripción de las distintas estructuras de la conciencia que se ensamblan entre sí y que constituyen al hombre» (Jean Gebser, Origen y presente)

Frente al hombre definido por la sombra que arroja en la pared, apareció el concepto de hombre definido por la luz que despide.

El Fin del Humanismo no fue, por tanto, un fin del hombre, sino una ampliación del hombre. Esta ampliación fue tanto interior (el descubrimiento de las Tres Regiones interiores) como exterior. Frente a la dialéctica hombre/mundo o naturaleza/historia, heredada del pasado, apareció una nueva síntesis: el hombremundo, hombre en el mundo, hombre del mundo, o sobrenaturaleza.

La sobrenaturaleza (tal como la definió Lezama Lima) es la unión de lo psíquico y lo natural, de lo físico y lo cultural. Una «segunda naturaleza»: la cultura vista como naturaleza y la naturaleza vista como fenómeno de la cultura. Esto permite el análisis objetivo de los fenómenos psíquicos y culturales y el análisis simbólico y mitopoético de los fenómenos naturales. Algunas personas pensarán que nada de esto se dice en serio, o que es una tontería. Se equivocan.

Los Tres famosos descubrimientos no fueron en realidad tres, sino muchos. Si establecemos un orden cronológico aproximado, podríamos hablar de:

– descubrimiento de la inexistencia del yo
– descubrimiento del carácter mecánico de la mente
– descubrimiento del espacio interior de la psique
– descubrimiento de la visualización o «imaginación activa» y su influencia en la salud, el estado anímico, el funcionamiento glandular y los acontecimientos sincrónicos
– descubrimiento del efecto de la atención sobre lo sincrónico
– descubrimiento de los colores y sonidos interiores y su influencia en el desarrollo cerebral
– descubrimiento de los Habitantes o «seres interiores» en el llamado «sujeto polimorfo»
– descubrimiento de las posibilidades de evolución de la conciencia y la aparición de nuevas capacidades psíquicas (telepatía, conexión con los Archivos Dorados, previsión, creación de acontecimientos psíquicos, viajes astrales, curación astral, etc.)
– descubrimiento del Hombre Perfumado o Bayaney la dorada
– establecimiento del Campo Unificado de Conciencia

La poesía lírica, la novela, el punto de vista, el personaje psicológico (como la tonalidad, la ópera, la perspectiva, la representación del espacio, del cuerpo y de la oscuridad) surgieron con el hombre del Renacimiento, y eclosionaron en la ruptura del Hombre con el Mundo que tuvo lugar en el siglo XVII, creando el Hombre Moderno u Hombre Aislado. Si la etapa del Hombre Aislado terminó a principios del siglo XXI con las intuiciones interpersonales traídas por la red mundial (Internet), los problemas ecológicos, la globalización, etc., ¿cómo no iban a cambiar las artes?
El arte traza siempre un mapa de una época. Si la época cambia, el arte cambia.
El hombre transparente dio como consecuencia un arte transparente. Diáfano, como un animal de cristal a través de cuya piel podemos ver órganos flotantes, rosados como flores, y las claras líneas del paisaje, carreteras que se pierden en las colinas. Hombremundo, heraldo de la novelamundo.
 

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