
Joyce y compañía
¿Qué opciones te restan si anhelas pertenecer a tu lugar de origen, y ser de hecho una de sus figuras descollantes, al tiempo que te sientes, sin embargo, amenazado y disminuido por ello? Una respuesta podría ser marcharte muy lejos, al tiempo que recuerdas constantemente a aquellas personas de tu existencia que dejaste atrás, tus ambiciones, el hecho de que tú sigues siendo uno de ellos. Pero, ¿cómo puede hacerse algo así?
Quizá podrías escribir sobre ese lugar de una manera crítica, retratándolo como un entorno con unas limitaciones asfixiantes, como una muerte espiritual incluso, un lugar que cualquier intelectual sensible habría de abandonar, pero escribir también con una insistencia, con una atención apasionada por el detalle, con una capacidad de transformar lo sórdido en lo lírico a fin de crear una atmósfera de intenso apego y nostalgia. Podrías también retratar a todas las personas que conociste allí de un modo absolutamente reconocible y, en su mayor parte, negativo, de tal modo que los viejos amigos y enemigos se mantengan constante y ávidamente atentos a todo aquello que escribas.