El ladrón de las pequeñas cosas
-Esto es insoportable –farfulló el padre Bosco-. Me duele todo: las piernas, los brazos, las posaderas. ¿Cómo alguien puede decir que esto es sano?
posmodernidad
-Esto es insoportable –farfulló el padre Bosco-. Me duele todo: las piernas, los brazos, las posaderas. ¿Cómo alguien puede decir que esto es sano?
Las insólitas imágenes del asalto al Capitolio por parte de un nutrido grupo de trumpistas insurrectos han dado la vuelta al mundo, inscribiéndose de manera automática en el imaginario colectivo del nuevo siglo y dando pie a una profusión de interpretaciones. Algunas son complementarias; otras se excluyen entre sí. Se invocan precedentes históricos que se remontan a comienzos del siglo XIX, se trazan comparaciones con otros golpes institucionales, se discuten tanto sus causas como sus consecuencias para la democracia. Niall Ferguson ha llamado la atención sobre el papel que haya podido jugar la pandemia en la creación de un clima psicológico que anima a los excesivos a dar rienda suelta a sus excesos; otros, singularmente en nuestro país, aprovechan para descubrir que la mentira política sistemática resulta peligrosa. Es lo que sucede con los hechos: no llevan su significado a cuestas, sino que nosotros se lo atribuimos. Sobre este asunto, en fin, se pueden decir muchas cosas; digamos algunas.
Me propongo comentar el tema de las fake news y la posverdad, de lo que podríamos llamar los «tiempos» y los «espacios» de la posverdadSe supone que los think-tanks proporcionan información verídica y contrastada sobre la realidad política y económica. No siempre es así, por supuesto, pero la presunción de que ello es posible y deseable sustenta su tarea. Pues bien, ese supuesto aparece hoy seriamente en entredicho. Con objeto de discutir este tema organizamos el pasado enero un seminario conjunto entre la Fundación Alternativas y el Real Instituto Elcano. Aquí se reproduce el texto de mi intervención, ampliado y revisado a partir del debate subsiguiente., pues me atrevo a detectar en ello algo más profundo que una simple consecuencia inintencionada de los nuevos medios de comunicación, de las redes sociales o los «trinos», y que va también más allá (o más acá) de los populismos y nacionalismos actuales, y que hunde sus raíces en un cierto Zeitgeist posmoderno y, por supuesto, pos- (y anti-) ilustración. En definitiva, tratare de argumentar que la llamada posverdad es una poderosa corriente intelectual, con hondas raíces históricas y con amplia extensión, no solo popular, sino incluso académica.
Es difícil exagerar lo que la crisis catalana ha supuesto para toda una generación de españoles nacidos en democracia. Aunque al grado de apasionamiento ha sido muy diverso, y no han faltado las muestras de hastío, no creo que haya muchos españoles jóvenes interesados en política que hayan podido, nolens volens, mantenerse al margen de la gran discusión colectiva originada al arrimo del procés. Cataluña será ya siempre para ellos –para nosotros– la primera gran batalla donde la verdad desapareció, las masas comparecieron como un actor político y la razón quedó subordinada a las emociones de la pertenencia grupal.
Cierto, mi generación había experimentado ya la amenaza al orden constitucional proveniente de ETA, mucho más trágica que el procés, por cuanto esa fue una batalla en sentido literal en la que se perdieron muchas vidas.
La mentira tiene mil caras y la verdad sólo una, decía Montaigne. Raúl Rodríguez Ferrándiz se ha propuesto explorar algunas de ellas: «Este es un libro sobre la mentira y sobre algunas de sus manifestaciones o algunos de sus parientes cercanos: el fraude, la falsificación, el fingimiento, el disimulo, el error, la ficción, la ironía, el secreto, la conspiración», escribe en las primeras páginas de Máscaras de la mentira. El nuevo desorden de la posverdad. No es un libro que se centre en la esfera pública y en nuestra conversación política. Trata, más bien, de ficciones que no siempre se presentan como tales, que juegan con la ambigüedad, que buscan distintas variaciones de la suspensión del entendimiento. Una de las preguntas que se plantea el autor es si la erosión del concepto de verdad habría afectado al de mentira.
Aunque no es un libro sobre la posverdad, la primera parte del libro trata sobre ella. Es un concepto discutible y escurridizo, empleado por primera vez por el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich en 1992.
La disputa sobre el humanismo es un lugar clásico de la filosofía del pasado siglo desde que Heidegger decidiese intervenir (Carta sobre elhumanismo) para objetar las afirmaciones sartrianas al respecto (El existencialismo es un humanismo). La mayor parte de la filosofía posmoderna ha seguido más de cerca las ideas antihumanistas de Heidegger que el análisis sartriano (en cierto modo voluntarista), cifrado en la inversión de una frase metafísica –la existencia precede a la esencia– que al alemán le seguía pareciendo metafísica (en uno de los sentidos execrables del término). Para los antihumanistas posteriores al sesenta y ocho (Foucault, Derrida, Deleuze), que piensan en una atmósfera en que se convalida íntegramente la imagen, de origen científico, según la cual el hombre
Podemos caracterizar la poesía de John Ashbery como una respuesta civil a la enormidad dimanante del lenguaje. La poesía entendida como responsabilidad no agota sus conclusiones en la elevación posible de los límites hasta la nada sino que, muy al contrario, establece afirmaciones en la línea última de la cohesión. Lo que es lo mismo que decir que John Ashbery entiende la poesía como entrega, pero también como afirmación. «Revolución», en este caso, supone defender todas y cada una de las razones por las que el poeta es poeta, sin olvidar el azar, ese viejo amigo de los suicidas y de los olmos derribados por las tormentas. El párrafo anterior, que no forma parte de la presente reseña, está escrito,
Desde 1996 nuestro propósito es transmitir, a través del comentario bibliográfico, opinión cultural de altura a un público lector, muy formado y con intereses más amplios que los correspondientes a su especialidad.