
Nada menos que todo un Chesterton
Recuerdo que José María Guelbenzu contó hace tiempo cómo decidió hacerse escritor luego de haber leído El hombre que fue Jueves. Pude entenderlo a cabalidad porque a mí me pasó algo de lo mismo después de leer el volumen Charlas, en Austral, que fue mi primera pero contundente lectura de un libro de Chesterton: ahí decidí que quería ser periodista y escribir en ese formato, no en cualquier otro. Aunque tanto Guelbenzu como yo tenemos muy claro que no es la obra de Chesterton una que nos haya influido, sino tan solo servido de acicate. Y fue así, en primer y principalísimo lugar, por lo mucho que tiene de estimulante la funesta manía de pensar, a la que don Gilberto era tan contagiosamente aficionado.