La estupidez es contagiosa (y II)
Supongo o, mejor dicho, estoy seguro de que se darían cuenta de mis esfuerzos por no entrar en el terreno directamente político al desarrollar algunos de los temas que contiene el Breve tratado sobre la estupidez humana, que comenté el otro día. Y eso que a su autor, Ricardo Moreno Castillo, le anima un claro propósito de esa índole, unas veces implícito y otras, las más, bien explícito. En gran medida porque considera –creo que con toda la razón del mundo? que la mayor parte de la estupidez del mundo en que vivimos procede de toda esa serie de cantamañanas que han reflexionado dos segundos y han decidido que el mundo está mal hecho y ellos son los llamados a enderezarlo. Moreno pone múltiples ejemplos de tales especímenes: así, esos ecologistas radicales que hablan de hacer justicia a la Madre Tierra o que, reconvertidos al animalismo, hablan del derecho de una especie a ser salvaguardada, sin reparar en que el derecho es una herramienta creada por el hombre que sólo tiene sentido en la sociedad humana.