El señorito inglés, el agrónomo francés y el príncipe anarquista ruso
En nuestros recuerdos la vida se repite. Notamos el cambio de las estaciones y la sucesión de las generaciones y hemos vivido malos tiempos o los hemos oído contar, pero a la larga nos parece que todo sigue igual o, al menos, somos incapaces de apreciar cambios sistemáticos en la Naturaleza. Hace dos siglos se aceptaba como evidente que los animales y las plantas se mantienen estables, a pesar de que se vivía un ambiente de ideas innovadoras, progreso científico y técnico y cambio social impulsado por las revoluciones. Frente a esa convicción surgió la idea de que los seres vivos cambian con las generaciones y que, por tanto, los actuales difieren de sus remotos antepasados. Esta idea tiene raíces