La gran contracción
He elegido como enseña de esta nueva etapa bloguera la contundente sentencia con que Shakespeare (Acto V, Escena V) hace caer a Macbeth en la cuenta de que los sueños predichos por las brujas no eran más que una proyección de su personal ansia de poder —de sus ilusiones, vaya—. Life’s but a walking shadow, a poor player / That struts and frets his hour upon the stage / And then is heard no more: it is a tale / Told by an idiot, full of sound and fury / Signifying nothing. Y como no tengo a mano la siempre certera traducción de Cansinos Assens y no me gusta la de Menéndez y Pelayo, me he animado a traducirlo así: «La vida no es más que una sombra fugaz, un mal actor / Que declama a toda prisa su papel paseando por el escenario / Y del que nada vuelve a saberse: una hablilla / Repetida por un idiota, llena de ruido y furia / Y ayuna de sentido».