Buscar

La materia de los sueños 

David Lynch. El hombre de otro lugar

Dennis Lim

Barcelona, Alpha Decay, 2017

Trad. de Juan Manuel Salmerón

256 pp. 21,90 €

Regreso a Twin Peaks

David Lynch, David Chase, Nacho Vigalondo, Michael Chion, Enric Ros, Raquel Crisóstomo et al.

Madrid, Errata Naturae, 2017

312 pp. 20 €

image_pdfCrear PDF de este artículo.

David Lynch es el artista-médium de nuestra época. Su obra es el espejo de un mundo desconcertante, habitado por diversas y contradictorias versiones de nosotros mismos. De ello es buena muestra Twin Peaks, una especie de culebrón que alojaba dimensiones auténticamente terroríficas pese a emitirse en horario de máxima audiencia. Pues bien, poco antes de que en mayo de este año se iniciara la tercera entrega en España, han salido dos libros dedicados a la serie. No están solos: Internet y las redes sociales se han incendiado con voces que parecen salidas del propio Twin Peaks, el pequeño pueblo aislado entre bosques donde la muerte de Laura Palmer revela los peores instintos, el otro lado de los habitantes de la comunidad.

Ambos libros sostienen la misma tesis. Lynch ha cambiado de forma drástica el lenguaje audiovisual, mientras que el contenido de que se nutre es relativamente conservador, pues acude a la cultura pop, las vanguardias artísticas, el pensamiento surrealista y motivos que nos remiten a los ritos órficos. Con Twin Peaks ha conseguido que esa dimensión de lo misterioso, lo oculto, adquiera un relieve antes insospechado, elaborando la psicogeografía de un país que no aparece en los documentales o los mapas.

Regreso a Twin Peaks ofrece una colección de textos acerca de la serie creada por David Lynch y Mark Frost en 1990. Leeremos las razones por las que la serie transformó los esquemas en el formato televisivo, dando lugar a una escuela de imitadores en todo el mundo, así como las referencias artísticas que sus creadores utilizaron para realizar una ficción que no se había visto nunca fuera de las salas de arte y ensayo. Estos textos son una guía tanto para conocedores de la serie original como para quienes quieran descubrirla y ponerla en relación con la nueva temporada.

Algunos de los artículos son ya clásicos; otros han sido realizados ex profeso para este libro. Entre los primeros se encuentran «Bienvenidos a Lynchtown» (Michel Chion) y «Twin Peaks y la mitología estadounidense» (Michael Thomas Carroll). El primero procede del libro del compositor francés sobre Lynch. Es un estudio en profundidad del «carnaval de géneros» que supuso Twin Peaks, donde se mezclaban por vez primera la intriga policíaca, el melodrama romántico, las tramas de terror y los elementos sobrenaturales, todo ello unificado por la música de Angelo Badalamenti. Para Chion, su gran valor radica en algo característico del relato épico: cuando una idea se hace colectiva, ya no pertenece a sus creadores. Esta posición también la defiende el propio Lynch. El segundo artículo, incluido originalmente en la revista Literature/Film Quarterly (1993), se centra en la construcción del agente Dale Cooper sobre los mitos de la cultura norteamericana. El detective del FBI tiene rasgos en común con los héroes de los relatos de James Fenimore Cooper (apellido incluido): su amor por la naturaleza, el sexto sentido con que encuentra las pistas, la poca experiencia con el sexo femenino. La función del resto de personajes en torno a Cooper es muy parecida a la de los cuentos de exploradores: la némesis de Cooper, Killer Bob, es la trasposición del estereotipo del indio malvado. Carroll concluye destacando un aspecto consustancial a Twin Peaks y la literatura norteamericana y que aparece una y otra vez en el libro. La serie opera en un doble registro, y la naturaleza, que es un personaje más, se revela al mismo tiempo como lugar idílico y zona maligna. Enric Ros incide en ese papel de la naturaleza en su ensayo «Los bosques del mal. Visiones del numen en Twin Peaks». Los bosques operan en esa delgada línea que separa la narración de costumbres hiperrealista y la inesperada irrupción de elementos perturbadores, que son los que rompen el orden mágico y conforman la «marca» Lynch.

El propio Lynch hace una aparición estelar. Los coordinadores del libro, Enric Ros y Raquel Crisóstomo, incluyen el texto «Así hicimos Twin Peaks», extraído del libro de entrevistas con Chris Rodley de 1997. Haciendo honor a su leyenda, el director se comporta como el agente Cooper. Nos ofrece detalles innecesarios sobre el rodaje y apenas explica los motivos de las piezas clave. No los sabe o no le interesan, incluso siembra de pistas falsas los comentarios. Pero realiza dos afirmaciones sobre las que no cabe ambigüedad. Una, que su deseo era llevar a la televisión el mundo de la belleza y los sueños de su cine. Dos, que de no ser por los intereses de las productoras, hubiera estado escribiendo de forma indefinida capítulos de Twin Peaks. Otro célebre creador de ficción televisiva, David Chase, productor y autor de la serie The Sopranos, destaca en la entrevista elegida para Regreso a Twin Peaks («Los sueños del agente Cooper y de Tony Soprano») un rasgo básico: la absoluta condición atemporal de la serie, en parte gracias a los decorados y la fotografía.

El personaje de Laura Palmer descuella en varios textos. Fernando de Felipe e Iván Gómez debaten, en «Je suis Laura Palmer», un tema complicado. No el universo oscuro y lleno de metáforas terribles de la serie, sino el que está al otro lado, el de las lágrimas y el «ridículo sublime», en palabras de Slavoj Žižek. Lynch los utiliza como materia prima y les otorga dimensiones diferentes y contradictorias. En el origen de la colaboración entre Lynch y Mark Frost había un biopic sobre los últimos días de Marilyn Monroe: por eso no es extraño que terminasen escribiendo un melodrama sobre la muerte de una popular animadora con pasado escabroso. En «La impronta simbólica de Twin Peaks», Raquel Crisóstomo Ros fija la atención en tres objetos visuales y sus múltiples significados: el primero es Laura Palmer envuelta en plástico azul; el segundo, el terciopelo de la Habitación Roja; y, finalmente, los planos de la secuencia de apertura. Crisóstomo Ros señala que Twin Peaks es la primera serie de televisión realizada como objeto para contemplar. Basándose en este mecanismo, Carlos Losilla recorre, en su contribución «El rostro mutante de Laura Palmer. Genealogía de un retrato femenino», los precedentes artísticos de Laura, empezando por el personaje más evidente, la «Laura» de Otto Preminger. Pero la de Lynch hace su aparición a través del sueño del agente Cooper y el resultado es de una materia distinta, alejada de los rasgos precisos de una fotografía. Sobre esa «nueva carne» que filma Lynch se extiende Iván Pintor Iranzo en «El morador del umbral, un espectador para Twin Peaks». Señala la inquietud que se desprende de mostrar lo que debe ser ocultado, la geografía de los sueños y tener que someterse a sus no categorías temporales y verbales.

Aarón Rodríguez Serrano («Hacer filosofía en Twin Peaks: mundo, existencia, belleza») interpreta la serie de la mano del pensamiento, entendido desde Nietzsche como creación artística y pulsión irracional. Rodríguez incide sobre las comunidades rurales, los grupos de personajes en contacto con la naturaleza, que descubren al tiempo que ocultan, con una referencia a la obra de Martin Heidegger y las interpretaciones más radicales de ese pensamiento en lecturas políticas. Una excepción, porque no hay en este libro ni en el de Dennis Lim una lectura política, quizá para evitar el conflicto acerca de la ideología del director y su acercamiento al republicanismo.

Hay tres excepciones en el libro al modelo de ensayo. En «Es una noche extraña. El Twin Peaks que nunca existió», el director Nacho Vigalondo realiza un análisis del episodio piloto, «Northwave Passage». Vigalondo menciona algunos detalles acerca del peculiar método creativo de Lynch, mezclados con los recuerdos de su preadolescencia. Lo mismo hace Hilario J. Rodríguez en «Las partículas elementales. Volverás a Twin Peaks», donde destaca la importancia del vídeo para los episodios grabados de la serie, ya que su propia estructura, carente de forma lineal, hacía que resultara perfecta para rebobinar hacia atrás o hacia delante sin perder hilos argumentales o la lógica de la ficción. El texto que cierra el libro es un relato de ficción en torno al otro personaje femenino omnipresente pero ausente, «Diane» (Rick Stoeckel), la improbable asistente de Cooper, cuya vida transcurre en un mundo paralelo de casetes y sueños. Ahora estamos contemplando la tercera temporada a través de otros instrumentos, pero la sensación de sorpresa y desconcierto continúa. Sus creadores han sido capaces de saltar por encima de la propia serie.

Primitivo del futuro

La ilustración de David Sánchez para la antología sobre Twin Peaks publicada por Errata Naturae muestra en portada al David Lynch actual, caracterizado como el agente Cooper en la Habitación Roja. Sin embargo, la foto que presenta El hombre de otro lugar, el libro de Dennis Lim editado por Alpha Decay, pertenece a su época de estudiante en Pensilvania, a finales de los años sesenta. Ya entonces, el joven Lynch poseía los mismos rasgos que son ahora universales: el flequillo largo y la camisa abotonada hasta el cuello. Lynch posa en actitud relajada (aunque en esas fechas aún no estaba familiarizado con la meditación trascendental) y tiene los ojos cerrados, toda una declaración de intenciones sobre su personalidad y los productos que ha creado, procedentes de su lado onírico e inconsciente. El periodista y cineasta Dennis Lim, a través de una panorámica precisa y detallada de la biografía de David Lynch, nos da las claves para comprender cómo ésta ha influido en su obra. Aparecen los Estados Unidos de su Montana natal (su padre fue trabajador del Servicio Forestal), las ciudades salvajes donde ha vivido y experimentado la violencia y la degradación, de Filadelfia a Los Ángeles, la fascinación por la década de los cincuenta o el esteticismo gótico. Estos hechos han intervenido en la carrera desconcertante del artista, la manera de afrontar el trabajo frente a la industria, sin concesiones, en un camino muy diferente al de otros directores de su generación, quizá por su deuda original con la pintura, y porque Lynch es mucho más que un cineasta.

Dennis Lim rehúsa ofrecer teorías sobre el contenido de la obra lynchiana, repleta de objetos y capas temporales. Prefiere explicar de forma sencilla los elementos que lo han llevado a convertirse en un artista cada vez más extremo, como queda patente en su última película, Inland Empire, para la que utilizó una cámara de vídeo, o en esta nueva temporada de Twin Peaks, ambas un reto para la comprensión del lenguaje visual. Se escribe mucho sobre sus películas, pero siguen siendo igual de inaccesibles y difíciles de analizar. Lim señala que esa investigación encierra otro contrasentido, que no es otro que el propio Lynch. Su carácter aparentemente impasible, la curiosa forma de hablar, las frases lacónicas, lo convierten en un verdadero enigma. Como recuerda en el libro, personajes como Pauline Kael o David Foster Wallace llegaron a decir que se encontraban frente a un genio que roza la idiotez, y viceversa. El autor nos ofrece algunas explicaciones sobre esta anomalía: por ejemplo, los problemas en el habla que Lynch tuvo hasta los veinte años, algo que sin duda ha marcado su cine, donde apenas hay largos discursos. En su lugar recurre a un habla primaria, expresada en gritos o sonidos guturales, que no añaden sino un grado más de extrañeza. Lim acierta al definir a David Lynch como un «primitivo del futuro», un artista que vierte en sus imágenes una enorme tradición cultural, pero lo hace en un lenguaje para el que la literatura formal aún no está preparada. Los nuevos enfoques de la metafísica, en sintonía con los avances de la ciencia en torno a la existencia de los objetos en el espacio y el tiempo, serían un buen lugar para comenzar a debatir la obra de Lynch. Mientras tanto, este ensayo de Dennis Lim es el texto más ecuánime para aproximarse a tan desconocida celebridad.

Grace Morales es licenciada en Filosofía y Documentación. Colabora como articulista en diversos medios desde 1993.

image_pdfCrear PDF de este artículo.
img_blog_1589

Ficha técnica

7 '
0

Compartir

También de interés.

El pensamiento de la derecha española en el siglo XX

Pedro Carlos González Cuevas ha publicado una segunda edición, corregida y aumentada, de un…

Du côté de chez Duchamp

Es frecuente que el arte contemporáneo nos confunda, unas veces por incomprensible y otras…

Capitalismo de amiguetes

El capitalismo, como la democracia, es un sistema que tiene muchos defectos; pero, hasta…